El cazador y el sabio
<< Cristo, los cristianos y Kṛṣṇa >>

El líder espiritual del movimiento Hare Kṛṣṇa reconoce aquí al Señor Jesucristo como “el hijo de Dios, el representante de Dios... nuestro maestro espiritual”. Sin embargo, tiene unas palabras duras para aquellos que actualmente declaran ser seguidores de Cristo...

El Śrīmad-Bhāgavatam declara que cualquier predicador genuino de conciencia de Dios debe tener las cualidades de titikṣā (tolerancia) y karuṇā (compasión). En la personalidad del Señor Jesucristo encontramos ambas cualidades. Él fue tan tolerante, que, incluso mientras estaba siendo crucificado, no condenó a nadie. Y fue tan compasivo, que le oró a Dios pidiéndole que perdonara a las mismas personas que estaban tratando de matarlo. (Desde luego, ellos no podían verdaderamente matarlo. Pero estaban pensando que sí podían hacerlo, por lo cual estaban cometiendo una gran ofensa.) Mientras Cristo estaba siendo glorificado, él oró: “Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”.

Un predicador de conciencia de Dios es amigo de todos los seres vivientes. El Señor Jesucristo dio ejemplo de esto al enseñar: “No matarás”. Pero a los cristianos les gusta mal interpretar esa instrucción. Ellos creen que los animales no tienen alma y, por lo tanto, creen que pueden matar libremente miles de millones de inocentes animales en los mataderos. Así pues, aunque hay muchas personas que pretenden ser cristianas, sería muy difícil encontrar a una que siga estrictamente las instrucciones del Señor Jesucristo.

Un vaiṣṇava se siente infeliz al ver el sufrimiento de otras personas. Por lo tanto, el Señor Jesucristo accedió a ser crucificado —para liberar a los demás del sufrimiento—. Pero sus seguidores son tan infieles, que han decidido: «Sigamos cometiendo pecados, y que Cristo sufra por nosotros”. Ellos aman a Cristo tanto, que piensan: “Mi querido Cristo, somos muy débiles. No podemos dejar nuestras actividades pecaminosas. Así que, por favor, sufre por nosotros”.

Jesucristo enseñó: “No matarás”. Pero sus seguidores han decidido ahora: “Matemos de todas maneras”, y abren grandes, modernos y científicos mataderos. “Si hay algún pecado, Cristo sufrirá por nosotros”. Ésa es una conclusión de lo más abominable.

Cristo puede sufrir por los pecados anteriores de sus devotos. Pero, en primer lugar, ellos tienen que estar cuerdos: “¿Por qué voy a hacer que Jesucristo sufra por mis pecados? Detendré mis actividades pecaminosas”.

Supóngase que un hombre —el hijo favorito de su padre— comete un asesinato. Y supóngase que él piensa: “Si se presenta algún castigo, mi padre puede sufrir por mí”. ¿Lo permitirá la ley? Cuando el asesino es arrestado y dice: “No, no. Libérenme a mí y arresten a mi padre; yo soy su hijo mimado”, ¿accederán los oficiales de la policía al pedido de ese necio? Él cometió el asesinato, pero, ¡piensa que su padre debe sufrir el castigo! ¿Es esa una proposición cuerda? “No. Usted ha cometido el asesinato; usted debe ser ahorcado”. De igual manera, cuando uno comete actividades pecaminosas, uno debe sufrir... no Jesucristo. Ésa es la ley de Dios.

¡Jesucristo fue una personalidad tan grande!... el hijo de Dios,... el representante de Dios. Él no era culpable de nada. Aun así, fue crucificado. Él quería distribuir conciencia de Dios, pero a cambio lo crucificaron —fueron así de desagradecidos—. Ellos no pudieron apreciar su prédica. Pero nosotros lo apreciamos a él, y le damos pleno honor como representante de Dios.

Por supuesto que el mensaje que Cristo predicó estaba ajustado a su tiempo, lugar y país particulares, y era justamente el adecuado para un grupo de personas en particular. Pero, indudablemente, él es el representante de Dios. Por lo tanto, nosotros adoramos al Señor Jesucristo, y le ofrecemos nuestras reverencias.

Una vez, en Melbourne, un grupo de ministros cristianos vino a visitarme. Ellos me preguntaron: “¿Qué idea tiene usted de Jesucristo?”. Yo les dije: “Él es nuestro guru. Él está predicando conciencia de Dios, así que es nuestro padre espiritual”. Los ministros apreciaron mucho esto.

En verdad, todo aquel que está predicando las glorias de Dios debe ser aceptado como guru.Jesucristo es una de esas grandes personalidades. No debemos pensar en él como si fuera un ser humano ordinario. Las Escrituras dicen que todo aquel que considera al maestro espiritual un hombre ordinario, tiene una mentalidad infernal. Si Jesucristo fuera un hombre ordinario, entonces no habría podido distribuir conciencia de Dios.

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