 | Deseoso de leche materna, el bebé lloraba tanto que todos los brāhmaṇas se sentían muy desdichados. «¿Quién va a cuidar de este niño?», decían. Finalmente, fue Indra, la deidad adorada en aquel yajña, quien vino a consolar al bebé. «No llores», le dijo. Entonces, poniendo su dedo índice en la boca del bebé, Indra dijo: «Puedes mamar de mí».
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