 | Cuando Durvāsā tocó sus pies de loto, Mahārāja Ambarīṣa sintió mucha vergüenza, y, como era muy misericordioso, su pesar fue aún mayor cuando vio que Durvāsā trataba de ofrecerle oraciones. Por lo tanto, empezó de inmediato a ofrecer oraciones a la gran arma de la Suprema Personalidad de Dios.
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