 | ¡Oh, mi Señor!, ¡oh, controlador supremo!, sin conocimiento de Tu ilimitado poderío, he ofendido a Tu muy querido devoto. Ten la inmensa bondad de salvarme de la reacción de esta ofensa. Tú puedes hacerlo todo, pues, incluso si una persona merece el infierno, Tú puedes liberarla por el simple hecho de despertar en su corazón el santo nombre de Tu Señoría.
|