 | Abrasado por el calor del cakra Sudarśana, Durvāsā Muni, el gran místico, se postró a los pies de loto de Nārāyaṇa. Con el cuerpo tembloroso, dijo: ¡Oh, Señor ilimitado e infalible, protector del universo entero!, Tú eres el único objeto que los devotos pueden desear. Mi Señor, soy un gran ofensor. Por favor, protégeme.
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