 | A continuación, Mahārāja Ambarīṣa satisfizo a todos los que visitaron su casa, y en especial a los brāhmaṇas. Como caridad, dio sesenta karors de vacas, que llevaban los cuernos chapados en oro y las pezuñas cubiertas con plata. Todas las vacas llevaban mantos decorativos y tenían las ubres llenas de leche. Eran de naturaleza mansa, jóvenes y bonitas, y venían acompañadas de sus terneros. Después de dar las vacas, el rey dio de comer suntuosamente a todos los brāhmaṇas y, cuando estuvieron plenamente satisfechos, con su permiso se dispuso a observar el final del ekādaśī rompiendo su ayuno. Sin embargo, justo en ese momento hizo su aparición una visita inesperada: el muy poderoso místico Durvāsā Muni.
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