 | Urvaśī trataba a los corderitos como a sus propios hijos. Por eso, al escuchar su llanto de angustia mientras los gandharvas los robaban, Urvaśī se dirigió a su esposo con palabras ásperas: «Ahora me están matando - dijo - , bajo la protección de un marido indigno, que se cree un gran héroe pero es un cobarde y un eunuco.
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