 | Puesto que llevaban mucho tiempo sin ver al Señor, los ciudadanos, hombres y mujeres, salían de sus hogares deseosos de verle y se subían a las azoteas de los palacios. Como no se sentían completamente saciados de ver el rostro y los ojos de loto del Señor Rāmacandra, derramaban lluvias de flores sobre Él.
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