 | Cuando entraron en Laṅka, los soldados monos, guiados por jefes tales como Sugrīva, Nīla y Hanumān, ocuparon todas las casas de recreo, los graneros, los almacenes de tesoros, los portales de los palacios, las puertas de la ciudad, las casas de asamblea, las fachadas de los palacios e incluso los palomares. Con todas las encrucijadas, los estrados, las banderas y las vasijas doradas de sus cúpulas destruidos, la ciudad de Laṅka parecía un río agitado por una manada de elefantes.
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