 | Rodeado por las hembras y por los demás elefantes de su manada, y seguido por los más jóvenes, Gajapati, el jefe de los elefantes, hacía temblar toda la montaña Trikūṭa con el peso de su cuerpo. Transpiraba, de su boca chorreaban gotas de licor, y la embriaguez le cegaba la vista. Era servido por los abejorros, bebedores de miel, y, desde lejos, podía oler el polvo de las flores de loto, que la brisa traía desde el lago. Así, rodeado de sus sedientos acompañantes, llegó a la orilla del lago.
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