 | ¡Oh, rey!, la refulgencia de Vāmanadeva era tan brillante que los sacerdotes, Bali Mahārāja y todos los miembros de aquella asamblea vieron apagarse su propio esplendor. Entre ellos se preguntaban si sería el dios del Sol, Sanat-kumāra o el dios del fuego, que había venido a ver la ceremonia de sacrificio.
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