 | Cuando vio a la Suprema Personalidad de Dios, que Se había manifestado de su vientre, aceptando un cuerpo trascendental en virtud de Su propia potencia espiritual, Aditi, completamente maravillada, se sintió muy feliz. Al ver al niño, Prajāpati Kaśyapa exclamaba: «¡Jaya! ¡Jaya!», rebosante de felicidad y sin poder salir de su asombro.
|