 | La ciudad entera vibraba con la armoniosa sinfonía de las mṛdaṅgas, caracolas, timbales, flautas e instrumentos de cuerda bien afinados que en ella sonaban. Cantaban los gandharvas, y las danzas no tenían fin. En conjunto, Indrapurī vencía en belleza a la mismísima personificación de la belleza.
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