 | La ciudad del rey Indra estaba llena de agradables huertos y jardines, como el jardín Nandana. El peso de las flores, las hojas y los frutos doblaba las ramas de aquellos árboles de existencia eterna. El zumbido de las abejas arrullaba el idilio de los pájaros que visitaban los jardines. Era una atmósfera completamente celestial.VERSO 13
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