 | ¡Oh, rey!, ¡oh, descendiente de Mahārāja Pāṇḍu!, en ambos ejércitos, semidioses y demonios llevaban hermosos doseles, estandartes de gran colorido y parasoles con la empuñadura hecha de perlas y piedras preciosas. También se adornaban con abanicos de plumas de pavo real y otros tipos de abanicos. Con sus ropas ondeando al viento, los soldados tenían, de modo natural, un aspecto muy hermoso; sus escudos, sus alhajas y sus armas, afiladas y limpias, resplandecían bajo la deslumbrante luz del Sol. Así, las tropas en formación eran como dos océanos con bandadas de seres acuáticos.
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