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Śrīmad-Bhāgavatam << Canto 7, La Ciencia de Dios >> << 4 - Hiraṇyakaśipu aterroriza al universo >> <<VERSO 9-12 >>
yatra vidruma-sopānā mahā-mārakatā bhuvaḥ yatra sphāṭika-kuḍyāni vaidūrya-stambha-paṅktayaḥ yatra citra-vitānāni padmarāgāsanāni ca payaḥ-phena-nibhāḥ śayyā muktādāma-paricchadāḥ kūjadbhir nūpurair devyaḥ śabda-yantya itas tataḥ ratna-sthalīṣu paśyanti sudatīḥ sundaraṁ mukham tasmin mahendra-bhavane mahā-balo mahā-manā nirjita-loka eka-rāṭ reme ’bhivandyāṅghri-yugaḥ surādibhiḥ pratāpitair ūrjita-caṇḍa-śāsanaḥ
PALABRA POR PALABRA
TRADUCCION
 | En el palacio del Señor Indra, las escaleras estaban hechas de coral, y el suelo, adornado con esmeraldas de incalculable valor; las paredes eran de cristal, y las columnas, de piedra vaidūrya. Había doseles maravillosos, decorados con un gusto exquisito; los asientos estaban tachonados de rubíes, y las sedas de las camas, tan blancas como la espuma, llevaban bordados de perlas. Las damas del palacio, bendecidas con dientes hermosos y con los rostros más bellos y maravillosos, se paseaban por el palacio acompañadas del melodioso tintineo de sus campanitas tobilleras, y se paraban a contemplar su propia belleza reflejada en las gemas. Los oprimidos semidioses, sin embargo, tenían que postrarse y ofrecer reverencias a los pies de Hiraṇyakaśipu, quien les reprendía con gran severidad sin el menor motivo. De este modo, Hiraṇyakaśipu vivía en el palacio y gobernaba a todos con gran rigor.
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SIGNIFICADO
 | Hiraṇyakaśipu tenía tanto poder en los planetas celestiales que todos los semidioses, con excepción del Señor Brahmā, el Señor Śiva y el Señor Viṣṇu, se vieron obligados a ocuparse en su servicio. En verdad, temían los severos castigos que imponía a quienes le desobedecían. Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura ha comparado a Hiraṇyakaśipu con Mahārāja Vena, que también era ateo y también despreciaba las ceremonias rituales que se mencionan en los Vedas. Mahārāja Vena, sin embargo, sentía temor de algunos de los grandes sabios, como Bhṛgu, mientras que Hiraṇyakaśipu gobernaba de tal manera que todo el mundo, salvo el Señor Viṣṇu, el Señor Brahmā y el Señor Śiva, le temían. Hiraṇyakaśipu estaba tan atento al peligro de que grandes sabios como Bhṛgu pudieran reducirle a cenizas con su ira, que realizó austeridades hasta que les superó en poder y llegó incluso a tenerles como subordinados. Vemos entonces que también en los sistemas planetarios superiores, a los que se elevan las personas que realizan actividades piadosas, asuras como Hiraṇyakaśipu crean perturbaciones. No hay nadie en los tres mundos que pueda llevar una vida próspera y en paz, libre de perturbación.
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