 | Entonces, cuando se levantó del suelo y vio al Señor Brahmā ante él, el jefe de los daityas no cabía en sí de júbilo. Con lágrimas en los ojos y todo el cuerpo temblando, se dispuso a orar en actitud humilde, con las manos juntas y la voz entrecortada, para satisfacer al Señor Brahmā.
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