 | Una vez cumplidos sus deberes y tras haber celebrado las ceremonias fúnebres requeridas e incinerado el cadáver, los familiares del niño abandonaron el afecto que lleva a la ilusión, la lamentación, el temor y el sufrimiento. Ese afecto es, sin duda alguna, difícil de abandonar, pero ellos renunciaron a él sin ninguna dificultad.
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