 | Mientras surcaba el aire, el tridente de Vṛtrāsura brillaba como un cometa. Era un arma abrasadora, que los ojos apenas podían mirar, pero el rey Indra, sin el menor temor, la cortó en pedazos con su rayo. Al mismo tiempo, cercenó uno de los brazos de Vṛtrāsura, tan grueso como el cuerpo de Vāsuki, el rey de las serpientes.
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