 | La persona que en esta vida presta falso testimonio, o miente en sus relaciones comerciales o al dar caridad, después de morir recibe un severo castigo de los agentes de Yamarāja, quienes le conducen a la cima de una montaña de mil trescientos kilómetros de alto y lo arrojan de cabeza al infierno Avīcimat. En ese infierno no existe protección, y las duras piedras que lo forman son como olas en el mar. En él, sin embargo, no hay agua, por lo cual recibe el nombre de Avīcimat [sin agua]. El pecador es arrojado una y otra vez desde la cima de la montaña, y su cuerpo queda roto en pequeños pedazos; sin embargo, no muere, y tiene que pasar una y otra vez por el mismo suplicio.
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