 | El Señor es ilimitado, y, por lo tanto, nadie puede calcular Su poder. Todo este universo, con todas las grandes montañas, ríos, océanos, árboles y entidades vivientes que lo pueblan, es como un átomo que reposa sobre una de Sus muchos miles de capuchas. ¿Quién podría describir Sus glorias, aun teniendo miles de lenguas?
|