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Śrīmad-Bhāgavatam << Canto 5, Los Impulsos Creadores >> << 13 - Continuación de la conversación entre el Rey Rahūgaṇa y Jaḍa Bharata >> <<VERSO 1 >>
brāhmaṇa uvāca duratyaye ’dhvany ajayā niveśito rajas-tamaḥ-sattva-vibhakta-karmadṛk sa eṣa sārtho ’rtha-paraḥ paribhraman bhavāṭavīṁ yāti na śarma vindati brāhmaṇa uvāca duratyaye ’dhvany ajayā niveśito rajas-tamaḥ-sattva-vibhakta-karmadṛk sa eṣa sārtho ’rtha-paraḥ paribhraman bhavāṭavīṁ yāti na śarma vindati
PALABRA POR PALABRA
TRADUCCION
 | Jaḍa Bharata, que había alcanzado la perfección en el nivel Brahman, continuó: Mi querido rey Rahūgaṇa, la entidad viviente anda errante por el difícil sendero del mundo material, sometida al ciclo de nacimientos y muertes. Cautivada por el mundo material bajo la influencia de las tres modalidades de la naturaleza material (sattva-guṇa, rajo-guṇa y tamo-guṇa), y hechizada por la naturaleza material, solamente puede ver los tres frutos de las actividades: lo auspicioso, lo no auspicioso y lo mixto. De ese modo se apega a la religión, el crecimiento económico, la complacencia de los sentidos y la teoría monista de la liberación (fundirse con el Supremo). Trabaja día y noche sin parar, como un mercader que entra en un bosque en busca de algún artículo que más tarde vender para lograr algún beneficio. Sin embargo, no puede obtener verdadera felicidad en el mundo material.
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SIGNIFICADO
 | Es muy fácil entender que el sendero de la complacencia de los sentidos está lleno de dificultades insuperables. Como no sabe en qué consiste ese sendero, la entidad viviente se enreda de nuevo en el ciclo de nacimientos y muertes, y sigue recibiendo distintos tipos de cuerpos una y otra vez. De ese modo sufre en la existencia material. Puede que en esta vida se considere muy feliz siendo americano, hindú, inglés o alemán, pero en la siguiente vida tendrá que recibir otro cuerpo de entre los 8 400 000 especies. Tendrá que aceptar un cuerpo adecuado a su karma. Se verá obligada a aceptar un determinado tipo de cuerpo, y de nada le servirá protestar. Así es la estricta ley de la naturaleza. La entidad viviente ignora su vida eterna y bienaventurada, y debido a ello, bajo el hechizo de māyā, se siente atraída por las actividades materiales. En este mundo nunca puede ser feliz, pero, aun así, trabaja con gran ahínco para conseguirlo. Eso se denomina māyā.
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