 | Dhruva Mahārāja llegó junto a su madre llorando, muy afligido y con los labios temblándole de ira. Nada más verle, la reina Sunīti lo tomó en brazos y lo sentó en su regazo, mientras los residentes del palacio que habían escuchado las crueles palabras de Suruci le contaron en detalle lo sucedido. Esto sumió también a Sunīti en un profundo dolor.
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