Śrīmad-Bhāgavatam
<< Canto 11, Historia general >>
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kālena hy ogha-vegena
bhūtānāṁ prabhavāpyayau
nityāv api na dṛśyete
ātmano ’gner yathārciṣām

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

Las llamas del fuego aparecen y desaparecen a cada instante, sin embargo, el observador común no percibe esta creación y destrucción. Del mismo modo, las poderosas olas del tiempo fluyen constantemente, como las poderosas corrientes de un río y provocan imperceptiblemente el nacimiento, el crecimiento y la muerte de innumerables cuerpos materiales. Sin embargo, el alma, que se ve obligada a cambiar constantemente de posición, no puede percibir las acciones del tiempo.

SIGNIFICADO

El brāhmaṇa avadhūta que instruye al rey Yadu vuelve a dar el ejemplo del fuego después de haber pasado ya al ejemplo de la Luna. Este método analítico se denomina siṁhāvalokana, «la mirada del león», mediante el cual uno avanza simultáneamente hacia delante y lanza miradas hacia atrás para ver si se ha pasado por alto algo. De este modo, el sabio continúa con su análisis, pero vuelve al ejemplo del fuego para ilustrar la necesidad de la renuncia. Sin duda el cuerpo material es una manifestación efímera y fantasmagórica de la potencia externa del Señor. Las llamas de un fuego nacen y desaparecen constantemente, pero percibimos el fuego como una realidad continua. De manera similar, el alma es una realidad continua, aunque sus cuerpos materiales aparecen y desaparecen constantemente, por la influencia del tiempo. Se dice que lo más asombroso es que nadie piensa que va a morir. Como el alma es eterna, la entidad viviente tiende a aceptar cualquier situación pasajera como permanente, olvidando que su naturaleza eterna sólo puede experimentarse verdaderamente en la atmósfera eterna del cielo espiritual. Si uno está convencido de este hecho, desarrolla la cualidad de vairāgya, desapego de la ilusión material.

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