Śrīmad-Bhāgavatam
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karmāṇi karmabhiḥ kurvan
sa-nimittāni deha-bhṛt
tat tat karma-phalaṁ gṛhṇan
bhramatīha sukhetaram

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

Impulsada por deseos materiales profundamente arraigados, la entidad viviente encarnada ocupa sus órganos sensoriales activos en actividades fruitivas. Después experimenta los resultados de sus acciones materiales vagando por este mundo en las llamadas felicidad y aflicción.

SIGNIFICADO

Se puede argumentar que si una entidad viviente estuviera sujeta a los resultados de sus actividades anteriores, no habría lugar para el libre albedrío; una vez que cometiera una acción pecaminosa, la entidad viviente estaría atada a una cadena interminable de sufrimiento, estando perpetuamente sujeta a reacciones anteriores. Según esta especulación, no puede haber un Dios justo y omnisciente, ya que la entidad viviente se ve obligada a cometer actividades pecaminosas por las reacciones de sus actividades anteriores, que fueron reacciones a actividades aún anteriores. Dado que ni siquiera un caballero común castigaría injustamente a una persona inocente, ¿cómo podría haber un Dios que presenciara el sufrimiento impotente de las almas condicionadas en este mundo?

Este argumento absurdo puede refutarse fácilmente con un ejemplo práctico. Si compro un voleto para un vuelo de línea aérea, subo al avión e inicio el vuelo, una vez que el avión despega mi decisión de subirme al avión me obliga a seguir volando hasta que el avión aterrice. Pero aunque me vea obligado a aceptar la reacción de esta decisión, a bordo del avión tengo muchas decisiones nuevas que tomar. Puedo aceptar la comida y la bebida de las azafatas o rechazarlas, puedo leer una revista o un periódico, puedo dormir, caminar por el pasillo, conversar con otros pasajeros, etcétera. En otras palabras, aunque el contexto general (volar a una ciudad en particular) se me impone a la fuerza como reacción a mi decisión anterior de subirme al avión, incluso dentro de esa situación estoy tomando nuevas decisiones constantemente y creando nuevas reacciones. Por ejemplo, si provoco un disturbio en el avión, es posible que me detengan cuando el avión aterrice. Por otro lado, si me hago amigo de un hombre de negocios que se sienta a mi lado en el avión, ese contacto puede conducir a una transacción comercial favorable en el futuro.

De manera similar, aunque la entidad viviente se ve obligada a aceptar un cuerpo determinado por las leyes del karma, dentro de la forma humana de vida siempre hay margen para el libre albedrío y la toma de decisiones. Por lo tanto, no se puede considerar injusta a la Suprema Personalidad de Dios por responsabilizar a la entidad viviente en la vida humana de sus actividades actuales a pesar de que esta esté sufriendo las reacciones de su acción anterior.

Según Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura, la influencia de māyā es tan fuerte que incluso en una condición infernal la orgullosa alma condicionada piensa que está disfrutando de la vida.

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