Śrīmad-Bhāgavatam
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bhayaṁ dvitīyābhiniveśataḥ syād
īśād apetasya viparyayo ’smṛtiḥ
tan-māyayāto budha ābhajet taṁ
bhaktyaikayeśaṁ guru-devatātmā

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

El temor surge cuando una entidad viviente se identifica erróneamente con el cuerpo material debido a la absorción en la energía externa e ilusoria del Señor. Cuando la entidad viviente se aleja así del Señor Supremo, también olvida su propia posición constitucional como sirviente del Señor. Esta condición desconcertante y temerosa es causada por la potencia de la ilusión, llamada māyā. Por lo tanto, una persona inteligente debe dedicarse resueltamente al servicio devocional puro del Señor, bajo la guía de un maestro espiritual genuino, a quien debe aceptar como su deidad adorable y como su propia vida y alma.

SIGNIFICADO

Según Śrīla Śrīdhara Svāmī, se podría plantear la objeción de que, puesto que el temor es causado por la ignorancia, éste puede disiparse mediante el conocimiento y no hay necesidad de adorar al Señor Supremo. La entidad viviente se identifica falsamente con su cuerpo material, su familia, la sociedad, etc., y simplemente tiene que abandonar esa falsa identificación. Entonces, ¿qué podrá hacer māyā?

En respuesta a este argumento, Śrīla Śrīdhara Svāmī citó el siguiente verso del Bhagavad-gītā (7.14):
yat karoṣi yad aśnāsi
yaj juhoṣi dadāsi yat
yat tapasyasi kaunteya
tat kuruṣva mad-arpaṇam


«Esta energía divina Mía, compuesta por las tres modalidades de la naturaleza material, es difícil de superar, pero quienes se rinden a Mí pueden superarla fácilmente».



La entidad viviente, denominada jīva-tattva, es una de las potencias del Señor Supremo, pero la posición constitucional de la entidad viviente es taṭa-stha, marginal. Al ser diminuta, toda entidad viviente depende eternamente de la entidad viviente suprema, Kṛṣṇa. Esto se confirma en la literatura védica de la siguiente manera: nityo nityānāṁ cetanaś cetanānāṁ/ eko bahūnāṁ yo vidadhāti kāmān. «Entre todos los seres eternamente conscientes hay un ser viviente eterno y supremo que satisface las necesidades de todos los demás innumerables seres». (Kaṭha Upaniṣad 2.1.12) Kṛṣṇadāsa Kavirāja ha afirmado: ekale īśvara kṛṣṇa, āra saba bhṛtya: «Kṛṣṇa es el único controlador independiente; todas las demás entidades vivientes dependen de Él». (Śrī Caitanya-caritāmṛta Ādi 5.142) Así como el dedo es parte integral del cuerpo y, por lo tanto, siempre debe estar ocupado en el servicio corporal, nosotros, como partes integrales de Kṛṣṇa (mamaivāṁśo jīva-loke jīva-bhūtaḥ sanātanaḥ), tenemos el deber eterno (sanātana-dharma) de ocuparnos en el servicio puro del Señor.

La potencia del Señor que nos ilumina en Su servicio se denomina cit-śakti. Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura comenta que cuando la entidad viviente desarrolla un espíritu de independencia, se ve obligada a venir al mundo material, donde se ve envuelta en diversos tipos de comportamientos mezquinos e indeseables que le crean una situación aterradora. El bahiraṅgā-śakti, la potencia ilusoria del Señor Supremo, cubre todo rastro de la cit-śakti e impone un cuerpo material tras otro sobre la entidad viviente para su disfrute pecaminoso y burdo. Como castigo adicional, la entidad viviente que abandonó su relación amorosa con Kṛṣṇa pierde todo poder para percibir la forma eterna y bienaventurada del Señor Supremo, quien es su verdadero refugio. En cambio, la entidad viviente se apega a muchas formas temporales y fantasmagóricas, como su cuerpo personal, los cuerpos de sus familiares y amigos, su nación, su ciudad, con sus edificios y automóviles, e innumerables tipos de paisajes materiales efímeros. En ese estado de ignorancia absoluta, ya ni siquiera pasa por la mente la idea de regresar a la propia identidad original.

Según las leyes de Dios, las tres modalidades de la naturaleza material están en constante conflicto, como se afirma en el Bhagavad-gītā. Este conflicto se describe en muchos lugares del Bhāgavatam como guṇa-vyatikaram. Cuando la entidad viviente se confunde con las interacciones de las modalidades de la naturaleza material, llega a la conclusión de la relatividad y supone que Dios y la adoración a Dios son simplemente subproductos de las interacciones relativas y contradictorias de las modalidades de la naturaleza. En nombre de la perspectiva antropológica, sociológica o psicológica, la entidad viviente cae cada vez más en la obscuridad de la ignorancia materialista, dedicándose a la piedad mundana, al desarrollo económico, a la complacencia de los sentidos o a la especulación en la que considera que el Absoluto carece de variedad y personalidad, las cuales supone que son productos de las interacciones de las modalidades de la naturaleza.

La potencia ilusoria del Señor Supremo es duratyayā; es imposible escapar de ella sin la misericordia directa de Kṛṣṇa (mām eva ye prapadyante māyām etāṁ taranti te). Se puede dar el ejemplo de que cuando el Sol está cubierto por nubes, ningún aparato hecho por el hombre puede quitarlas del cielo, pero el propio Sol, quien creó las nubes, puede quemar inmediatamente la cubierta nubosa y revelarse. De manera similar, cuando nos cubrimos con la potencia ilusoria del Señor, nos identificamos con nuestro cuerpo material temporal, por lo tanto, siempre estamos en temor y ansiedad. Pero cuando nos entregamos al Señor mismo, Él puede liberarnos inmediatamente de esta ilusión. El mundo material es padaṁ padaṁ yad vipadām; es peligroso a cada paso. Cuando una entidad viviente comprende que no es el cuerpo material sino un sirviente eterno de Dios, su temor desaparece. Tal y como lo afirma Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura, atra bhaktaiḥ saṁsāra-bandhān na bhetavyaṁ sa hi bhaktau pravartamānasya svata evāpayāti: «En este bhāgavata-dharma, los devotos no tienen por qué temer el cautiverio de la existencia material. Ese temor desaparece por sí solo para aquel que se dedica al servicio devocional».

Es importante aclarar que el bhayam, temor, no puede ser vencido en última instancia simplemente por la autorrealización impersonal, tal como se expresa con las palabras ahaṁ brahmāsmi, «Soy alma espiritual». En el Śrīmad-Bhāgavatam (1.5.12), Nārada Muni le dice a Vyāsadeva: naiṣkarmyam apy acyuta-bhāva-varjitaṁ na śobhate: el mero naiṣkarmyam, el cese de las actividades materiales y el repudio del concepto corporal de la vida, en última instancia no puede salvarnos. La entidad viviente debe encontrar un refugio superior en el plano espiritual; de lo contrario, regresará a la temible situación de la existencia material. Esto se afirma en el śāstra: āruhya kṛcchreṇa paraṁ padaṁ tataḥ patanty adho ’nādṛta-yuṣmad-aṅghrayaḥ (Śrīmad-Bhāgavatam 10.2.32). Aunque uno puede esforzarse con gran trabajo y esfuerzo para ascender al plano Brahman (kleśo ’dhikataras teṣām avyaktāsakta-cetasām), si no encuentra un refugio adecuado, regresará al plano material. Su supuesta liberación es vimukta-māna, liberación por medio de la imaginación.

Por naturaleza la entidad viviente es buscadora de placeres, ānanda-maya. Ahora estamos sufriendo porque buscamos falsamente placeres en el plano material y como resultado, nos estamos enredando en las dolorosas complejidades de la existencia material. Pero si trataramos de abandonar por completo la tendencia a buscar placeres, con el tiempo nos frustraremos y regresaremos al plano de la búsqueda de placeres materiales. Aunque en el plano Brahman de la comprensión impersonal hay existencia eterna, no hay ānanda. La variedad es la madre del disfrute. En los planetas Vaikuṇṭha hay ānanda espiritual y verdadero. Kṛṣṇa está allí en Su forma extática y espiritual, rodeado de Sus bienaventurados asociados, todos ellos eternamente llenos de bienaventuranza y conocimiento. Ellos no tienen nada que ver con la existencia material. En los planetas espirituales, hasta el paisaje, las aves y los animales están plenamente conscientes de Kṛṣṇa y están absortos en la bienaventuranza trascendental. Yad gatvā na nivartante tad dhāma paramaṁ mama (Bhagavad-gītā 15.6). Aquel que vaya al bienaventurado planeta espiritual de Kṛṣṇa estará plenamente satisfecho y nunca regresará al plano material. Por lo tanto, Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura dijo: kiṁ cātra bhaktaiḥ saṁsāra-bandhān na bhetavyam. Sólo el bhakta se libera verdaderamente del temor.

En relación con esto, Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura recalca la necesidad de aceptar un maestro espiritual genuino que sea vrajendranandana-preṣṭha, el servidor más querido del hijo de Nanda Mahārāja, Kṛṣṇa. El maestro espiritual genuino está completamente libre de envidia hacia otras entidades vivientes, por lo tanto, distribuye libremente el conocimiento acerca del servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios. Cuando las entidades vivientes que son hostiles al servicio del Señor de alguna manera escuchan este conocimiento sumisamente, se liberan de la potencia ilusoria del Señor, que las cubrió y arrojó a diversas especies miserables de vida. Según Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, por la misericordia del maestro espiritual, el discípulo fiel gradualmente llega a comprender la posición trascendental del Señor Nārāyaṇa, a quien cientos y miles de diosas de la fortuna sirven con gran respeto y reverencia. A medida que el conocimiento trascendental del discípulo aumenta gradualmente, incluso el paramaiśvarya, la suprema opulencia, del Señor de Vaikuṇṭha palidece ante la luz de la belleza de Govinda, Kṛṣṇa. Govinda tiene una potencia inconcebible para encantar y dar placer, por la misericordia del maestro espiritual, el discípulo desarrolla gradualmente su propia relación bienaventurada (rasa) con Govinda. Habiendo comprendido los pasatiempos bienaventurados de Lakṣmī-Nārāyaṇa, Śrī Sītā-Rāma, Rukmiṇī-Dvārakādhīśa y finalmente, del propio Señor Kṛṣṇa, a la entidad viviente purificada se le da el privilegio único de participar directamente en el servicio devocional de Kṛṣṇa, quien se convierte en su único objeto y refugio.

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