Śrīmad-Bhāgavatam
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athaiṣām karma-kartṝṇāṁ
bhoktṝṇāṁ sukha-duḥkhayoḥ
nānātvam atha nityatvaṁ
loka-kālāgamātmanām
manyase sarva-bhāvānāṁ
saṁsthā hy autpattikī yathā
tat-tad-ākṛti-bhedena
jāyate bhidyate ca dhīḥ
evam apy aṅga sarveṣāṁ
dehināṁ deha-yogataḥ
kālāvayavataḥ santi
bhāvā janmādayo ’sakṛt

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

Mi querido Uddhava, así te expliqué el conocimiento perfecto. Sin embargo, hay filósofos que desafían Mi conclusión. Ellos afirman que la posición natural de la entidad viviente es la de dedicarse a actividades fruitivas, la ven como la disfrutadora de la felicidad y la infelicidad que se derivan de su propio trabajo. Según esta filosofía materialista, el mundo, el tiempo, las Escrituras reveladas y el ser son todos variados, eternos y existen como un flujo perpetuo de transformaciones. Además, el conocimiento no puede ser uno ni eterno, porque surge de las diferentes y cambiantes formas de los objetos; de modo que el conocimiento mismo siempre está sujeto al cambio. Mi querido Uddhava, incluso si aceptas esa filosofía seguirá habiendo nacimiento, muerte, vejez y enfermedad perpetuos, ya que todas las entidades vivientes deben aceptar un cuerpo material sujeto a la influencia del tiempo.

SIGNIFICADO

En este verso, según Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura, el Señor Kṛṣṇa le dice lo siguiente a Uddhava:

«Mi querido Uddhava, en las instrucciones que acabo de impartirte establecí claramente el verdadero objetivo de la vida. Sin embargo, hay quienes desafían Mi conclusión, especialmente los seguidores de Jaimini Kavi. Si eres favorable a su entendimiento y por lo tanto, no aceptas Mis instrucciones, entonces, ten la bondad de escuchar la siguiente explicación.



Según los seguidores de Jaimini, la entidad viviente es originaria y naturalmente un ejecutor de actividades fruitivas, su felicidad y su aflicción se derivan de los frutos de su propio trabajo. El mundo en el que las entidades vivientes encuentran su disfrute, el tiempo durante el cual disfrutan, las Escrituras reveladas que explican los medios para alcanzar el disfrute y los cuerpos sutiles a través de los cuales las entidades vivientes experimentan el disfrute, todos existen no solo en una diversidad múltiple, sino también eternamente.



La entidad viviente no necesita desapegarse de la gratificación material de los sentidos, ya sea viendo la temporalidad de los objetos y situaciones materiales individuales o viendo el mundo material como una creación ilusoria (māyā). Según esa filosofía materialista, los objetos materiales como las guirnaldas, el sándalo o las mujeres hermosas son temporales en manifestaciones específicas, pero existen perpetuamente a través del flujo natural de creación y destrucción. En otras palabras, aunque la forma de una mujer en particular sea temporal, eternamente habrá mujeres hermosas en el mundo material. De ese modo, al ejecutar cuidadosamente los rituales fruitivos de acuerdo con las escrituras religiosas, uno puede mantener un contacto placentero con las mujeres y la riqueza vida tras vida. De esa manera, la gratificación de los sentidos será eterna.



Además los filósofos jaiminis dicen que nunca hubo un tiempo en que el mundo no existiera como existe hoy, lo que implica que no hay un controlador supremo que lo creó. Afirman que la disposición de este mundo es real, apropiada y por lo tanto, no es ilusoria. Además, dicen que no hay un conocimiento eterno de una forma original y perpetua del alma. Dicen que, de hecho el conocimiento surge no de una verdad absoluta, sino de las diferencias entre los objetos materiales. Por lo tanto, el conocimiento no es eterno y está sujeto a cambios. La suposición oculta en esta afirmación es que no hay un alma espiritual que posea un conocimiento eterno y constante de una realidad única e inmutable. Más bien, la naturaleza de la conciencia o el conocimiento es que sufre una transformación constante. Sin embargo afirman que la eternidad no se refuta por la naturaleza perpetuamente transformadora de la conciencia. Dicen que la conciencia existe perpetuamente, pero no en la misma forma.



Así pues, los seguidores de Jaimini concluyen que la transformación del conocimiento no niega su eternidad; más bien, afirman que el conocimiento existe eternamente dentro de la naturaleza perpetua de su transformación. Por lo tanto, ellos llegan naturalmente al camino de la gratificación sensorial regulada en lugar del camino de la renunciación, porque en el estado de mukti, liberación, la entidad viviente no tendría ningún sentido material, por lo tanto la transformación del entendimiento material no sería posible. Estos filósofos consideran que el logro de un estado inmutable de mukti atrofiaría o paralizaría la actividad natural de la entidad viviente, por lo tanto, no sería en su propio interés. El camino de nivṛtti (que apunta hacia la renuncia y la trascendencia del mundo material) no es interesante naturalmente para esos filósofos materialistas. Aceptando por el bien del argumento la validez de esa filosofía materialista, uno puede demostrar fácilmente que el camino de la gratificación sensorial regulada trae muchos resultados indeseados y miserables a la entidad viviente. Por lo tanto, incluso desde un punto de vista materialista, el desapego es deseable. El tiempo material se divide en diferentes secciones, como días, semanas, meses y años, mediante el tiempo material la entidad viviente se ve obligada a sufrir repetidamente las miserias del nacimiento, la muerte, la vejez y la enfermedad. Es bien sabido que estas miserias reales ocurren en todas partes del universo».



Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura afirma que de esta manera el Señor Kṛṣṇa le señaló a Uddhava el defecto de la filosofía materialista.

Podemos explicar más detalladamente que si uno acepta falsamente la filosofía atea de Jaimini y sus innumerables seguidores modernos, entonces la entidad viviente permanece perpetuamente enredada en la angustia del nacimiento, la muerte, la vejez y la enfermedad. Esta falsa filosofía atea fomenta la gratificación material como el único objetivo lógico de la vida, pero inevitablemente la entidad viviente cometerá errores en la ejecución de la gratificación sensorial regulada y finalmente irá al infierno. La Suprema Personalidad de Dios, el Señor Kṛṣṇa, le dice personalmente a Uddhava que esta filosofía materialista es falsa e irrelevante para el verdadero interés personal de la entidad viviente.

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