Śrīmad-Bhāgavatam
<< Canto 10, La Verdad Suprema >>
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yo ’syotprekṣaka ādi-madhya-nidhane yo ’vyakta-jīveśvaro
yaḥ sṛṣṭvedam anupraviśya ṛṣiṇā cakre puraḥ śāsti tāḥ
yaṁ sampadya jahāty ajām anuśayī suptaḥ kulāyaṁ yathā
taṁ kaivalya-nirasta-yonim abhayaṁ dhyāyed ajasraṁ harim

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

Él es el Señor que vela eternamente por este universo, que existe antes, durante y después de su manifestación. Él es el amo tanto de la energía material no manifestada como del alma espiritual. Después de lanzar la creación, Él entra en ella, acompañando a cada entidad viviente. Allí crea los cuerpos materiales y después permanece como su regulador. Al entregarse a Él, uno puede escapar del abrazo de la ilusión, tal como una persona que sueña olvida su propio cuerpo. Aquel que quiera liberarse del miedo debe meditar constantemente en Él, el Señor Hari, quien siempre está en el plano de la perfección y que por lo tanto, nunca está sujeto al nacimiento material.

SIGNIFICADO

Al lanzar una mirada al universo latente en el momento de enviar a las almas jīvas a la creación, el Señor Supremo les provee de todo lo que necesitan: A las entidades vivientes que son trabajadoras fruitivas, les proporciona la inteligencia y los sentidos necesarios para alcanzar el éxito en el trabajo material; A quienes buscan el conocimiento trascendental, les proporciona la inteligencia mediante la cual pueden fundirse en la refulgencia espiritual de Dios, alcanzando así la liberación; Y a los devotos les proporciona la comprensión que los conduce a Su servicio devocional puro.

Para disponer estas variadas facilidades, el Señor impulsa a la naturaleza material a iniciar el proceso de evolución universal. De modo que el Señor es el nimitta-kāraṇam o causa efectiva, de la creación. También Él es el upādāna-kāraṇam, la causa ingrediente, puesto que todo emana de Él y sólo Él está constantemente presente antes, durante y después de la manifestación del cosmos creado. El propio Señor Nārāyaṇa afirma esto en el Catuḥ-ślokī Bhāgavatam:

aham evāsam evāgre
nānyad yat sad-asat-param
paścād ahaṁ yad etac ca
yo ’vaśiṣyeta so ’smy aham


«Soy Yo, la Personalidad de Dios, quien existía antes de la creación, cuando no había nada más que Mi mismo. Tampoco existía la naturaleza material, la causa de esta creación. Lo que ves ahora también soy Yo, la Personalidad de Dios, después de la aniquilación, lo que quede también seré Yo, la Personalidad de Dios».

(Śrīmad-Bhāgavatam 2.9.33)

La Māyā primigenia y el alma jīva pueden merecer los respectivos títulos de causas upādāna y nimitta de la creación en un sentido relativo, pero el Señor, después de todo, es el origen de ambas.

Hasta que escoja aceptar la misericordia de la Personalidad de Dios, el alma jīva es anuśayī, indefensa y atada al abrazo de la ilusión. Cuando se vuelve hacia la adoración del Señor, se vuelve anuśayī en un sentido diferente: cae como una vara para ofrecer reverencias a los pies del Señor. Mediante esa entrega, el alma fácilmente deja de lado la ilusión. Aunque el alma liberada parezca que todavía vive en un cuerpo material, la conexión que tiene con él es solo una apariencia externa; no le presta más atención que la que un hombre dormido le presta a su cuerpo mientras está muy ocupado, muy lejos, en su mundo de sueños.

Uno aparta la ignorancia abandonando la falsa identificación con su cuerpo material. A veces, uno puede alcanzar ese estado solo mediante un esfuerzo riguroso que requiere muchas vidas, en algunos casos el Señor puede mostrar consideración especial por alguien a quien favorece, sin importar cuán poco crédito pueda haber ganado esa alma mediante la práctica regulada. En las palabras de Śrī Bhīṣmadeva, yam iha nirīkṣya hatā gatāḥ svarūpam: «Quienes simplemente vieron a Kṛṣṇa en el campo de batalla de Kurukṣetra alcanzaron sus formas originales después de ser matados» (Śrīmad-Bhāgavatam 1.9.39). El hecho de que incluso demonios como Agha, Baka y Keśī fueran liberados por el Señor Kṛṣṇa sin haber realizado ninguna práctica espiritual es una indicación de Su posición única como la Personalidad de Dios original. Sabiendo esto, debemos dejar de lado todo temor y duda y entregarnos plenamente al proceso del servicio devocional.

Como palabras finales de comentario sobre este capítulo, Śrīla Śrīdhara Svāmī escribe:

sarva-śruti-śiro-ratna-
nīrājita-padāmbujam
bhoga-yoga-pradaṁ vande
mādhavam karmi-namrayoḥ


«Con su refulgencia, las joyas más importantes de entre todos los śrutis ofrecen āratī a los pies de loto del Señor Mādhava. Rindo homenaje a Él, quien otorga el disfrute material que honran los trabajadores materiales, también a quien concede la conexión divina con Él, apreciada por aquellos que se inclinan ante Él con reverencia».



Śrīla Viśvanātha Cakravartī Ṭhākura también aprovecha esta oportunidad para ofrecer esta humilde oración:

he bhaktā dvāry ayaṁ cañcad-
vāladhī rauti vo manāk
prasādaṁ labhatāṁ yasmād
viśiṣṭaḥ śveva nāthati


«¡Oh, devotos! esta pobre criatura está parada en la puerta de su casa, moviendo su cola y ladrando. Por favor, denle un poco de prasādam para que pueda ser excepcional entre los perros y conseguir como dueño al mejor de los amos».



Aquí el ācārya hace un juego de palabras con su propio nombre: viś(iṣṭaḥ), «excepcional»; śva(iva), «como un perro»; nātha(ati), «que tiene un amo». Tal es la perfección de la humildad vaiṣṇava.

Así terminan los significados de Su Santidad Hṛdayānanda dās Gosvāmi, discípulo iniciado de su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda, al Décimo Canto, Capítulo octagésimo séptimo del Śrīmad-Bhāgavatam, titulado: «Las oraciones de los Vedas personificados».

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