 | En la ilusión de su sueño, una persona dormida crea un mundo aparente, con ciudades pobladas por los productos ficticios de su imaginación. De manera similar, el Señor manifiesta el cosmos. Por supuesto, la creación no es ilusoria para el Señor, pero sí lo es para aquellas almas que están bajo el control de Su potencia Māyā. Como servicio al Señor, Māyā engaña a las almas condicionadas para que acepten como reales sus manifestaciones temporales e insubstanciales.
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