Śrīmad-Bhāgavatam
<< Canto 10, La Verdad Suprema >>
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yasyānubhūtiḥ kālena
layotpatty-ādināsya vai
svato ’nyasmāc ca guṇato
na kutaścana riṣyati
taṁ kleśa-karma-paripāka-guṇa-pravāhair
avyāhatānubhavam īśvaram advitīyam
prāṇādibhiḥ sva-vibhavair upagūḍham anyo
manyeta sūryam iva megha-himoparāgaiḥ

PALABRA POR PALABRA



TRADUCCION

La conciencia del Señor Supremo nunca se ve perturbada por el tiempo, por la creación ni la destrucción del universo, por los cambios en sus propias cualidades, ni por ninguna otra cosa, ya sea causada por sí misma o externamente. Pero aunque la conciencia de la Personalidad de Dios, quien es el Supremo sin igual, nunca se ve afectada por la aflicción material, por las reacciones del trabajo material o por el flujo constante de las modalidades de la naturaleza, no obstante, las personas comunes piensan que el Señor está cubierto por Sus propias creaciones de prāṇa y otros elementos materiales, tal como uno podría pensar que el Sol está cubierto por nubes, nieve o un eclipse.

SIGNIFICADO

Las cosas de este mundo se destruyen inevitablemente de una forma u otra. El tiempo mismo provoca la decadencia de todo ser creado: por ejemplo, un fruto que puede crecer a maduro pero luego debe pudrirse o ser comido. Algunas cosas, como el rayo, se destruyen a sí mismas tan pronto como se manifiestan, mientras que otras son destruidas repentinamente por agentes externos, como una olla de barro por un martillo. Incluso en los cuerpos vivos y otras cosas cuya existencia continúa durante algún tiempo, hay un flujo constante de diversas cualidades que son destruidas y reemplazadas por otras.

En contraste con todo esto, la conciencia de la Suprema Personalidad de Dios nunca es perturbada por nada. Solo por ignorancia uno podría imaginar que Él es un ser humano común sujeto a condiciones materiales. Los seres mortales están cubiertos por su enredo en actividades fruitivas y su consiguiente felicidad y aflicción, pero el Señor Supremo no puede ser cubierto por lo que, de hecho son Sus propias expansiones. Análogamente, el inmenso Sol es la fuente de los fenómenos relativamente insignificantes como las nubes, la nieve y los eclipses, por lo tanto no puede ser cubierto por ellos, aunque el observador común pueda pensar que sí.

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