 | Después de dar a Gargamuni el recibimiento adecuado, y una vez que le hubo ofrecido un cómodo asiento, Nanda Mahārāja, con palabras amables y sumisas, dijo: Querido señor, tú eres un devoto, y por ello gozas de plenitud en todo. Mi deber, sin embargo, es servirte. Ten la bondad de ordenarme. ¿Qué puedo hacer por ti?
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