 | La rākṣasī tenía la boca llena de dientes, cada uno de ellos como la reja de un arado; las ventanas de su nariz eran profundas como cuevas de montaña, y sus senos eran como grandes bloques de piedra desprendidos de una montaña. Su cabellera suelta era del color del cobre. Las cuencas de sus ojos eran como pozos sin fondo, y sus horribles muslos, como las orillas de un río. Los brazos, los pies y las piernas parecían grandes puentes, y su abdomen tenía el aspecto de un lago seco. Con el corazón, los oídos y la cabeza todavía aturdidos por los gritos de la rākṣasī, los pastores de vacas y sus esposas se asustaron todavía más cuando vieron el espantoso prodigio de su cuerpo.
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