 | Vrajapura, la residencia de Nanda Mahārāja, estaba perfectamente decorada con toda clase de festones y banderas, y en diversos lugares se habían levantado pórticos con muchísimas guirnaldas de flores, telas hermosas y hojas de mango. Los patios, las puertas cercanas a los caminos y el interior de las habitaciones y de las casas se habían barrido y limpiado con agua.
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