 | Pero el demonio, al notar que Kṛṣṇa había aumentado el tamaño de Su cuerpo, extendió también el suyo hasta alcanzar unas proporciones gigantescas. A pesar de todo, se asfixió, sin poder respirar; sus ojos giraban de un lado a otro y se le salían de las órbitas. El aire vital del demonio, sin hallar ninguna vía de escape, acabó por salir a presión por un orificio en lo alto de la cabeza.
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