 | ¡Oh, hijo mío!, tienes una inteligencia inmadura, y, por consiguiente, no sabes que el rey, que es el mejor de los seres humanos, es como la Personalidad de Dios. A él nunca se le debe poner en el mismo nivel que los hombres comunes. Los ciudadanos del Estado viven con prosperidad, gracias a la protección que les brinda su insuperable valor.
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