Mahābhārata La historia de la Gran India
<< 14 La Pena de los Parientes de Pandu >>

Llorando por la pena todos los Pandavas junto con Bhisma y Vidura se quedaron en un querido rincón del bosque en la ribera del Ganges con los restos de Madri y Pandu, el león entre los reyes, siempre veraz y siempre victorioso.

La madre de Pandu gritó: "¡Mi hijo!

¡Dios mío, mi hijo!", y conmocionada por la pena, de repente se desplomó en el suelo, viendo que estaba en tal agonía, todos los residentes de la capital junto con los campesinos lloraron inmediatamente con llantos desgarradores porque amaban al rey y el ver así a su madre les rompía su alma. Uniéndose a la raza humana, todas las criaturas incluso los pobres animales emitieron sus angustiados lamentos, como si sus vidas los fueran a abandonar.

Bhisma, el hijo de Santanu, el tolerante Vidura y todos los Kauravas se lamentaban con profundo pesar. Luego Bhisma, Vidura, el rey Dhrtarastra, sus familiares y todas las mujeres Kurus hicieron la ofrenda del agua sagrada para los difuntos. ¡Oh rey!, cuando los hijos de Pandu habían terminado sus ofrendas y cuando estaban pálidos y cautivados por la lamentación, todos los oficiales del gobierno se lamentaban rodeando a los jóvenes. Esa noche los jóvenes hijos de Pandu simplemente se acostaron y se durmieron en el suelo al descubierto y todos los ciudadanos encabezados por los brahmanas no regresaron a sus hogares, sino que se acostaron ahí con ellos en el suelo llano. Por doce noches la ciudad entera, hasta los niños pequeños permanecieron allí con los Pandavas. No había placer, ni nadie se sentía vigoroso o saludable, ni había alegría en algún corazón.

Sri Vaisampayana dijo:
Luego Vidura, el rey Dhrtarastra, Bhisma y el resto de la familia le ofreció a Pandu la ofrenda sagrada de alimento y néctar destinado para los difuntos y alimentaron a los Kuru y a miles de brahmanas calificados, dándoles a los mejores brahmanas excelentes aldeas y montones de joyas. Cuando los Pandavas, el orgullo del linaje Bharata, se habían aseado y puesto nuevas vestimentas, los ciudadanos los tomaron consigo y entraron a la ciudad de Hastinapura lamentándose constantemente por la muerte del jefe de los Bharata, los residentes de la capital y los campesinos, todos sentían como si su propio amigo y familiar hubiera muerto.

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