Mahābhārata La historia de la Gran India
<< 13 El asceta más viejo habla >>

Viendo a la gente sentada en silencio, Bhisma respetuosamente les ofreció el reino y el país a los grandes sabios, luego el más viejo de los ascetas con su mechón enmarañado y vestido con cuero de venado se paró y conociendo los sentimientos de los otros sabios dijo: "Aquel quien era el heredero al trono de Kauravya, el gobernante de los hombres, llamado Pandu, que renunció al placer y pertenencias, fué a los Cien Picos. Vivió una vida de celibato con motivos espirituales elevados. Y este hijo suyo, Yudhisthira, fue engendraro por el propio Dharma, el semidiós de la justicia. De modo semejante el semidiós del viento le dió a esa gran alma y rey a un sumamente poderoso hijo llamado Bhima, quien es el más destacado entre los hombres fuertes. El señor Indra engendró en Kunti a este niño Arjuna, cuya destreza atrevida depende de su dedicación a la verdad más elevada, es su gloria que derrotará a todos los guerreros del mundo que vayan a empuñar el arco. Y Madri tuvo a hijos gemelos engendrados por los semidioses gemelos Asvins, estos dos hijos son el orgullo de la dinastía Kuru, tigres entre los hombres, son estos jóvenes parados aquí con arco y flechas.

"Así que mientras vivía en el bosque constantemente consagrado al sendero religioso, el ilustre Pandu ha vuelto ha elevar y exaltar a la familia de sus antepasados, viendo que sus hijos habían nacido, crecido, progresado y que aprendían las lecciones védicas, sintió felicidad y amor siempre creciente en su corazón. Y mientras recorría el sendero de los santos y después de haber obtenido el regalo de buenos hijos, Pandu falleció partiendo a las benditas tierras de sus padres hace diecisiete días.

"Sabiendo que él estaba en la pira funeraria, una ofrenda sagrada en la boca de la flama bendita, Madri también entró al fuego rechazando su propia vida mortal, ella está ahora con él habiéndolo seguido a su mundo. Todo lo que se tenga que hacer por el alma de ella y de él, que se haga inmediatamente".

"Aquí están los remanentes de sus cuerpos y aquí están sus excelentes hijos, que estos valientes jóvenes y su madre sean recibidos con festividad, honor, amabilidad y cuando las ceremonias para los difuntos sean hechas, que él quien conocía todo acerca de la virtud y la justicia, quien mejoró la nación Kuru, que el ilustre Pandu reciba las oblaciones sagradas a los padres fallecidos".

Habiendole hablado así a los Kurus, los sabios junto con los Caranas y Guhyakas instantaneamente desaparecieron de la vista de los Kurus. Viendo que la multitud de sabios y místicos perfectos desaparecieron tal como una ciudad mágica Gandharva en el cielo, la gente fue así impactada con la mayor de las maravillas.

El rey Dhrtarastra dijo:
Vidura, arregla todas las ceremonias funerarias para Pandu y cerciórate de que sean dignas de un rey, porque él era un león entre los reyes y toma cuidado especial de Madri. De parte de Pandu y Madri regala animales, vestimentas, joyas y objetos de valor a quienquiera que esté necesitado y tanto como ellos lo requieran. Kunti siempre honró a sus superiores, por lo tanto ahora siguiendo su ejemplo, tú debes honrar a Madri. Puede que nosotros no nos aflijamos por Pandu y mas bien nos regocijemos en los elogios por él, porque ese glorioso líder de los hombres vive en sus cinco heróicos hijos, quienes nacieron como hijos de los semidioses.

Sri Vaisampayana dijo:
"Que así sea", Vidura le dijo a su hermano y junto con Bhisma arregló todos los sacramentos para Pandu en la área más discreta. Los sacerdotes de la realeza rápidamente trajeron de la ciudad fuego ardiente sagrado encabezado por el Ajyahoma. Los parientes de Pandu, amigos cercanos y ministros de la realeza se pararon cerca con actitud religiosa hacia el difunto. Los restos de Pandu y de Madri fueron colocados en un carruaje exquisitamente adornado jalado por una guardia de honor. La escena se realzaba por la sombrilla blanca de la realeza, por abanicos de cola de yak y el bullicioso sonido de todo tipo de instrumentos. Cientos de hombres cargaban montones de joyas y las distribuían a los necesitados de parte de Pandu para que esta caridad lo acelerara a un destino piadoso. Luego para el bien de Pandu trajeron (para su distribución) grandes y resplandecientes sombrillas blancas y hermosas vestimentas.

Sacerdotes de ceremonias vestidos de blanco vertían oblaciones dentro del fuego sagrado que avanzaba en frente del carruaje funerario. Maestros, gobernantes, comerciantes y miles de trabajadores sollozaban y afligidos por la pena seguían a su rey muerto. Ellos gritaban "nos ha dejado poniéndonos en una pena interminable, el mas grande protector ya no nos protege más. ¿A dónde iría nuestro rey ahora?"

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