La muerte del ateísmo
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La realidad es que nosotros no somos materiales, sino trascendentales. Los físicos abiertamente admiten que no se puede explicar de ninguna manera material la presencia de conciencia dentro del cuerpo. Si fuese verdad que la vida y la conciencia son productos de una combinación de elementos materiales podríamos fácilmente analizar los que estuviera faltando en un cuerpo muerto, reemplazarlo y así podríamos vivir eternamente en este mundo material; así como pensaba hacer el Dr. Frankestein. Sin embargo, a pesar de muchas investigaciones, los científicos no pueden crear ni una mosca, ni un mosquito, ni un germen; o sea que absolutamente no crean nada, más que muchos problemas. La razón es porque la vida es el síntoma principal del alma; donde hay alma hay vida; y cuando el alma se va del cuerpo, el cuerpo ya no tiene potencia para existir.

Toda la mentalidad o la actitud moderna se basa principalmente en la ignorancia. Podemos observar que un animal no puede superar la conciencia de las actividades corporales: defenderse, aparearse, comer y dormir. Estas actividades constituyen casi todo el programa en la vida animal, por lo tanto un ser humano, si realmente quiere ser un humano, tiene que trascender o superar los límites de las cuatro funciones corporales; y esa quinta función, que destaca al ser humano, o que lo distingue, es la capacidad de acercarse a Dios. Un ser humano que no se acerca a Dios, que no se interesa en conocimiento espiritual, está más o menos en el mismo nivel que el perro, el gato, el puerco, el camello y el asno. La posición de ateísmo es de ignorancia, ya que en los Vedas se define que la Verdad Absoluta (Dios) es la totalidad de la existencia, pero ¿quién puede negar que esta totalidad existe?, la posición del ateo no es una posición filosófica legítima, sino una posición de envidia y terquedad.

En el cuerpo hay disciplina y reglas, leyes que gobiernan la función del cuerpo físico y la mente. En el universo entero también hay leyes que lo gobiernan todo. La existencia misma de la ciencia material está completamente basada en la esperanza de que haya leyes lógicas en el mundo material, si no existieran leyes completamente lógicas y correctas que gobernaran el universo no podría existir la ciencia (física). En toda nuestra experiencia podemos ver que las leyes son producto de inteligencia y voluntad, tenemos que aceptar que la existencia de leyes materiales es el producto de la inteligencia y voluntad suprema, y eso es Dios. Además de la inteligencia y voluntad existen aspectos como la personalidad. No tenemos ninguna experiencia de inteligencia y voluntad sin la existencia de personalidad, por lo tanto tenemos que aceptar que Dios existe y que es la Suprema Personalidad de Dios, y que el propósito de la vida humana es conocerlo y así ser felices.

Generalmente en cualquier religión se admite que el mundo es creado por Dios, con esa explicación también tenemos que aceptar la existencia de un mundo trascendental, ya que creación indica la presencia de algo con anterioridad a lo que se crea, o sea que Dios es trascendental, porque El puede crear antes de que existiera un mundo material. A pesar de eso, grandes intelectuales, mal llamados eruditos y estudiantes, se hacen pasar por inteligentes, pero de hecho son necios, ya que no son civilizados porque no aceptan la existencia del alma eterna, ni a Dios. Por lo tanto, el propósito de nuestro Movimiento para la Conciencia de Kṛṣṇa es señalar, avisar a los seres humanos que su vida es diferente, que se distingue por la inteligencia, la capacidad cerebral, y esa capacidad cerebral se destina, no para desafiar a Dios, sino para acercarse a El.

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