Volver a nacer

<< Introducción >>

El misterio de la conciencia

La muerte. El adversario más misterioso, implacable e inevitable del hombre. La muerte, ¿significa el término de la vida, o simplemente abre las puertas a otra vida, a otra dimensión, o a otro mundo?

Si la conciencia del hombre sobrevive a la muerte, ¿qué es lo que determina su paso a las nuevas realidades?

Para comprender estos misterios, tradicionalmente el hombre se ha vuelto a los más brillantes filósofos aceptando sus enseṣanzas como representativas de una verdad superior.

Algunos critican este método de adquirir el conocimiento tomándolo de una autoridad superior, aunque el investigador pueda luego analizarlo cuidadosamente. El sociólogo E.F. Schumacher, autor de "Small Is Beautiful" (Lo pequeṣo es hermoso), hace notar que en nuestra sociedad moderna, cuando la gente pierde el contacto con la naturaleza y la sabiduría tradicional, "considera que es de buen tono ridiculizar... y creer únicamente en aquello que se ve, se toca y se mide". O sea, "ver para creer".

Pero cuando el hombre se propone comprender algo que sobrepasa el alcance de los sentidos materiales, de los instrumentos de medición, y de las especulaciones mentales, no tiene otra posibilidad que la de recurrir a una fuente de conocimiento superior.

Ningún científico ha podido explicar satisfactoria-mente mediante investigaciones del laboratorio, el misterio de la conciencia o el destino de ésta después de la destrucción del cuerpo material. Las investigaciónes en este campo han producido muchas teorías contradictorias, pero sus limitaciones deben ser reconocidas.

Los principios sistemáticos de la reencarnación, por otra parte, explican ampliamente las leyes sutiles que gobiernan nuestras vidas pasadas, presentes y futuras.

Para poder comprender la reencarnación, es necesario aceptar el concepto fundamental de que la conciencia es una energía diferente y superior al cuerpo físico material. Este principio está corroborado por el examen de las extraordinarias capacidades del pensamiento, el sentimiento y la voluntad del ser humano. ¿Podrán jamás los filamentos del DNA (ácido desoxiribonucleico) o de los otros componentes genéticos, producir los sentimientos de amor y respeto de una persona hacia otra? ¿A qué átomo o molécula se deben los sutiles matices artísticos del Hamlet de Shakespeare, o de la Misa en Si menor, de Bach? El hombre y sus infinitas capacidades no pueden ser explicados por los simples átomos y moléculas. Einstein, padre de la física moderna, reconocía que la conciencia no puede ser adecuadamente considerada en los mismos términos que los fenómenos físicos. "Creo que la moda actual de aplicar los axiomas de la ciencia a la existencia humana, no es sólo un grandísimo error, sino que tiene además algo de maligno", dijo alguna vez un gran científico.

En realidad, los científicos han sido incapaces de explicar la conciencia por medio de las leyes físicas que gobiernan todo lo demás dentro de su esfera de acción. Sintiéndose frustrado por este fracaso, el premio Nobel en fisiología y medicina, Albert Szent-Gyorgyi, recientemente se lamentaba diciendo: "Buscando el secreto de la vida, llegué hasta los átomos y los electrones, que carecen totalmente de vida. En algún momento de la investigación, la vida se me escapó de entre los dedos. Por esto, en la ancianidad, estoy volviendo sobre mis pasos."

Para aceptar la noción de que la conciencia surge de la interacción molecular, se requiere una dosis enorme de credulidad, muchísimo mayor que la requerida para aceptar una explicación metafísica. Thomas Huxley, el muy conocido biólogo, decía: "Es para mí evidente que en el universo hay una tercera realidad, la conciencia, que... no es materia ni energía ni una modificación de estas dos..."

El galardonado con el premio Nobel de física Niels Bohr remarcó que: "No podemos encontrar nada en física o química que tenga una relación remota con la conciencia". Sin embargo, todos sabemos que existe la conciencia, simplemente porque la tenemos nosotros mismos. Por lo tanto, la conciencia debe ser parte de la naturaleza o, más generalmente, de la realidad, lo que significa que, aparte de las leyes de la física y la química, tal como se establece en la teoría cuántica, también debemos considerar leyes de un tipo muy diferente ". bien podría incluir las leyes de la reencarnación, que rigen el paso de la conciencia de un cuerpo físico a otro.

Para comenzar a entender estas leyes podemos notar que la reencarnación no es un evento antipodal extraño, sino uno que ocurre con regularidad en nuestros propios cuerpos durante esta misma vida. En "El cerebro humano", el profesor John Pfeiffer señala: "Su cuerpo no contiene una sola de las moléculas que contenía hace siete años". Cada siete años el viejo cuerpo de uno se rejuvenece por completo. Sin embargo, el ser, nuestra identidad real, permanece sin cambios. Nuestros cuerpos crecen desde la infancia a la juventud, a la mediana edad, y luego a la vejez, sin embargo, la persona dentro del cuerpo, el "yo", siempre permanece igual.

La reencarnación, que se basa en el principio de un yo consciente, independiente del cuerpo físico, es parte de un sistema más elevado, que gobierna la transmigración de los seres vivientes, desde una forma material a otra. Puesto que la reencarnación es algo que concierne a nuestro yo más esencial, es de la mayor trascendencia para todos.

Volver a nacer explica los fundamentos de la reencarnación según los presenta el texto védico intemporal del Bhagavad-gītā. El Gītā, miles de aṣos más antiguo que los manuscritos del Mar Muerto, proporciona la explicación más completa de todas, acerca de la reencarnación. Ha sido estudiado durante milenios por muchos de los más grandes pensadores del mundo y, puesto que el conocimiento espiritual es eternamente verdadero y no cambia con cada nueva teoría científica, es tan válido hoy como lo era ayer.

D.B. Dupey, un biofísico de Harvard, escribe: "Tal vez nos estamos metiendo en un callejón sin salida al asumir, dogmáticamente, que la vida puede ser enteramente explicada por lo que conocemos de las leyes de la naturaleza. Permaneciendo abiertos a las ideas comprendidas en la tradición védica de la India, los científicos modernos pueden observar sus propias disciplinas desde una perspectiva nueva y contribuir mayormente a la finalidad de todo científico, que es la búsqueda de la verdad."

En esta época de incertidumbre total, es imperativo que comprendamos el origen real de nuestro yo consciente, por qué nos encontramos en diferentes cuerpos y condiciones de vida, y cuál será nuestro destino al morir. Esta información fundamental se explica ampliamente en Volver a nacer.

El Capítulo Uno muestra cómo la reencarnación ha influido profundamente en muchos de los más grandes filósofos, poetas y artistas del mundo, desde Sócrates hasta Salinger. A continuación, se presenta el proceso de reencarnación como se expone en el Bhagavad-gītā, el libro de consulta más antiguo y respetado sobre el tema de la transmigración del alma.

El Capítulo Dos, un diálogo animado entre Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda y el destacado psicólogo religioso Profesor Karlfried Graf von Durckheim, muestra claramente cómo el cuerpo material y la partícula antimaterial, el alma espiritual, nunca pueden ser lo mismo. En el Capítulo Tres, un famoso cirujano del corazón insta a la investigación sistemática del alma, y Śrīla Prabhupāda cita la versión Védica, miles de años más antigua y sorprendentemente más informativa que la ciencia médica moderna. Tres narraciones fascinantes del texto védico Srīmad-Bhāgavatam constituyen el Capítulo Cuatro. Estos relatos son ejemplos clásicos de cómo el alma transmigra a través de diferentes tipos de cuerpos bajo el control de las leyes precisas de la naturaleza y el karma.

En el Capítulo Cinco, los extractos de los escritos de Śrīla Prabhupāda demuestran claramente que los principios de la reencarnación pueden entenderse fácilmente en términos de eventos ordinarios y observaciones comunes que ocurren regularmente en nuestras vidas diarias. El siguiente capítulo describe cómo la reencarnación encarna un sistema de justicia universal e infalible, en el que el alma nunca es desterrada a la condenación eterna, sino que está constitucionalmente dotada de una oportunidad permanente para escapar del ciclo perpetuo de nacimiento y muerte.

Los conceptos erróneos comunes y las nociones elegantes sobre la reencarnación forman el tema del Capítulo Siete, y el capítulo final, "No venga de nuevo", presenta el proceso a través del cual el alma puede trascender la reencarnación y entrar en los reinos en los que finalmente se libera de la prisión de el cuerpo material. Una vez alcanzado este estado, el alma nunca más vuelve a este mundo de nacimiento, enfermedad, vejez y muerte sin fin.


NOTAS

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