Volver a nacer

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En 1974, en el centro rural de ISKCON cercano a Frankfurt, en Alemania Federal, Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda sostuvo el siguiente diálogo con el profesor Karlfried Graf von Dūrckheim. El profesor Dūrckheim, renombrado psicólogo religioso, autor de Daily Life as Spiritual Exercise (La Vida Diaria como Ejercicio Espiritual), es Doctor en Psicología Analítica y es muy conocido por haber establecido una escuela en Bavaria, que utiliza tanto los criterios occidentales como los orientales en el estudio de la conciencia. En esta conversación, Srila Prabhupāda explica el primero y más fundamental de los principios de la reencarnación: el de que la entidad espiritual es diferente de su cuerpo material. Después de establecer que el yo consciente y el cuerpo son entidades separadas, Srila Prabhupāda describe cómo el yo consciente o verdadero yo, o alma, perpetuamente transmigra a otro cuerpo al tiempo de la muerte.

Profesor Dürckheim: En mis investigaciones he encontrado que al yo natural no le agrada morir. Pero quien pasa por ello (en una experiencia de cuasi muerte), parece que, tras el umbral de la muerte, encuentra una realidad por completo diferente.

Srīla Prabhupāda: Sí, es diferente. La experiencia es como la del enfermo que recupera la salud.

Profesor Dürckheim: ¿De modo que la persona que muere experimenta una realidad de más elevado nivel?

Srīla Prabhupāda: Quien muere no es la persona, sino el cuerpo. De acuerdo al conocimiento védico, el cuerpo está siempre muerto. Por ejemplo, un micrófono está hecho de metal. Cuando la corriente eléctrica pasa por el micrófono, éste responde convirtiendo el sonido en impulsos eléctricos, los cuales son amplificados y difundidos por altavoces. Pero cuando no hay electricidad, nada de esto ocurre. Sea que el micrófono esté o no funcionando, no es más que un conjunto de metal, material plástico, etcétera. Similarmente, el cuerpo humano funciona debido a la energía viviente que hay en su interior. Cuando la energía viviente abandona el cuerpo, se dice que éste ha muerto. Pero en realidad ha estado siempre muerto. La energía viviente es el elemento importante; su sola presencia hace que el cuerpo parezca estar vivo. Pero vivo o muerto, el cuerpo físico no es nada más que una colección de materia muerta.

La primera enseñanza del Bhagavad-gītā revela que la condición del cuerpo material no es en verdad muy importante.

aśocyān anvaśocas tvaṁ
prajïā-vādāṁś ca bhāṣase
gatāsūn agatāsūṁś ca
nānuśocanti paṇḍitāḥ

«El Sagrado Señor dijo: Aunque hablas con sabiduría, te lamentas por lo que no es digno de lamentación. El sabio no se lamenta por los vivos ni por los muertos».
Bhagavad-gītā 2.11

El cuerpo muerto no es el objeto adecuado para la investigación filosófica. Debemos, en cambio, interesarnos en el principio activo, ese principio que hace que el cuerpo muerto se mueva: el alma.

Profesor Dürckheim: ¿Cómo enseṣa usted a sus discípulos que tomen conciencia de esta fuerza que, no siendo material, hace que la materia parezca viva? Intelectualmente, puedo apreciar que usted está exponiendo una filosofía que contiene la verdad. No me cabe duda de ello. Pero, ¿cómo hace usted que una persona lo sienta?

Cómo percibir el alma

Srīla Prabhupāda: Es en verdad muy simple. Hay un principio activo que hace que el cuerpo se mueva; cuando está ausente, el cuerpo ya no se mueve. De modo que la verdadera cuestión es: "¿Cuál es ese principio activo?" Esta investigación constituye la esencia misma de la filosofía vedānta. En efecto, el Vedānta Sūtra comienza con el aforismo athāto brahma-jijṣāsā: "¿Cuál es la naturaleza del ser aposentado en el cuerpo?" En consecuencia, al estudiante de la filosofía védica, primeramente se le enseṣa a entender cuál es la diferencia entre un cuerpo que está vivo y uno que está muerto. Si se muestra incapaz de intuir esto, le pedimos que considere el problema desde un punto de vista lógico. Cualquiera puede ver que el cuerpo está cambiando y moviéndose, debido a la presencia en él del principio activo, el alma. En ausencia del principio activo, el cuerpo ni cambia ni se mueve. Así pues, tiene que haber algo dentro del cuerpo que lo hace moverse. No es un concepto muy difícil de captar.

El cuerpo está siempre muerto. Es como una máquina. Una grabadora está hecha de materia inerte; pero tan pronto como usted, el ser viviente, le oprime un botón, funciona. Similarmente, el cuerpo es también materia inerte. Pero dentro del cuerpo está la energía de la vida. Mientras este principio activo permanezca en el cuerpo, éste responderá y parecerá vivo. Por ejemplo, todos tenemos la capacidad de hablar. Si pido a uno de mis estudiantes que venga, vendrá. Pero si el principio activo abandona su cuerpo, no vendrá aunque yo estuviere llamándolo por miles de aṣos. Esto es muy sencillo de entender.

Pero, ¿qué es exactamente el principio activo? Ese es un asunto diferente, y la respuesta a esta pregunta es el verdadero comienzo del conocimiento espiritual.

Profesor Dürckheim: Puedo comprender lo que usted ha señalado del cuerpo sin vida; que tiene que haber algo dentro de él que le infunda vida. La única conclusión posible es la de que son dos cosas diferentes: el cuerpo, y el principio activo. Pero mi pregunta fundamental es, ¿cómo podemos llegar a tener conciencia del principio activo en nosotros mismos, en forma de una vivencia, y no simplemente de una conclusión intelectual? En el sendero interior, ¿no es importante la vivencia de esta realidad más profunda?

"Yo soy brahman, espíritu"

Srīla Prabhupāda:
Usted, usted mismo, es ese principio activo. El cuerpo vivo y el cuerpo muerto son diferentes. La única diferencia es la presencia del principio activo. Cuando éste no está presente, se dice que el cuerpo está muerto. El verdadero yo es el principio activo. En los Vedas encontramos la máxima so 'ham: "Yo soy el principio activo." También se dice, ahaṁ brahmāsmi: "Yo no soy el cuerpo material. Yo soy Brahman, espíritu." Esto es conciencia del verdadero yo. La persona consciente del yo está descrita en el Bhagavad-gītā, brahma-bhūtaḥ prasannātmā na śocati na kāṇati: Quien es consciente del yo, nada ansía ni lamenta. Samaḥ sarveṣu bhūteṣu: Es ecuánime con todos—con los hombres, los animales, todos los seres—.

Profesor Dürckheim: Considere esto. Es posible que uno de sus estudiantes diga "Yo soy espíritu", pero probablemente no es capaz de experimentarlo.

Srīla Prabhupāda: ¿Cómo podría dejar de experimentarlo? Sabe que él es el principio activo. Todos íntimamente saben que no son el cuerpo. Hasta un niṣo lo sabe. Podemos verlo por la forma en que hablamos. Decimos: "Este es mi dedo". Nunca decimos: "yo dedo". Así pues, ¿qué es ese yo? Ésta es la conciencia del alma o verdadero yo: "Yo no soy el cuerpo".

Y esta comprensión puede hacerse extensiva a todos los demás seres. ¿Por qué el hombre mata a los animales? ¿Por qué perturba a los demás seres? Quien es consciente del verdadero yo, puede ver: "Aquí hay otro yo. Simplemente tiene un cuerpo diferente; pero el mismo principio activo que existe dentro de mi cuerpo, está actuando dentro de su cuerpo." La persona consciente de su verdadero yo ve a todos los seres con una visión ecuánime, comprendiendo que el principio activo, el yo, está presente no sólo en los seres humanos, sino también dentro de los cuerpos de las bestias, las aves, los peces, los insectos, los árboles y las plantas.

La reencarnación en esta misma vida

El principio activo es el alma, que transmigra de un cuerpo a otro en el momento de la muerte. El cuerpo puede ser diferente, pero el yo permanece el mismo. Podemos observar el cambio de cuerpo incluso en el curso de nuestra propia vida. Hemos transmigrado desde la infancia a la adolescencia, desde la adolescencia a la juventud, y desde la juventud a la madurez. Sin embargo, todo el tiempo el yo consciente, ha permanecido siendo el mismo. El cuerpo es material, y el verdadero yo es espiritual. De quien ha llegado a esta compresnión se dice que es consciente del verdadero yo.

Profesor Dürckheim: Creo que estamos llegando a un momento muy decisivo para el mundo occidental, porque, por primera vez en la historia, los europeos y americanos estamos comenzando a tomar en serio las experiencias internas, por las cuales se nos revela la verdad. Por supuesto, en Oriente siempre ha habido filósofos, que han vivido las experiencias que hacen que la muerte deje de ser terrorífica y se transforme en la puerta de entrada a una vida más plena.

Se necesita pasar por la experiencia de dominar los hábitos corporales. Quienes lo hacen, repentinamente se dan cuenta de que un principio, completamente diferente, actúa dentro de ellos mismos. Se hacen así conscientes de la vida interior.

Srīla Prabhupāda: Un devoto de Srī Kṛṣṇa automáticamente se hace consciente de ese principio diferente, porque nunca piensa: "Yo soy el cuerpo." El piensa, ahaṁ brahmāsmi: "Yo soy un alma espiritual." La primera instrucción dada por Śri Kṛṣṇa a Arjuna, en el Bhagavad-gītā, es ésta: "Mi querido Arjuna, estás tomando demasiado en serio la suerte del cuerpo; pero un sabio no toma el cuerpo, sea que esté vivo o muerto, muy en serio". Ésta es la primera toma de conciencia en el sendero del progreso espiritual. Todos en este mundo están demasiado preocupados del cuerpo, y mientras éste está vivo, se ocupan de él de muchas maneras. Cuando muere, le erigen grandes estatuas y monumentos. Esto es ser conscientes del cuerpo. Pero nadie comprende ese principio activo que al cuerpo le da belleza y vida. Y en el momento de la muerte, nadie sabe adónde se ha ido el principio activo, el verdadero yo. Esto es ignorancia.

Profesor Dürckheim: Durante la Primera Guerra Mundial, cuando yo era joven, pasé cuatro aṣos en el frente. Dos fuimos los únicos oficiales de mi regimiento que no resultamos heridos. En el campo de batalla vi muchas veces la muerte. En los que caían a mi lado, vi cómo la fuerza vital los abandonaba de súbito. Todo lo que quedaba de ellos, como usted dice, era un cuerpo sin alma. Pero cuando la muerte estuvo cerca de mí y me di cuenta de que era probable que también yo muriera, tuve conciencia de que dentro de mí había algo que ninguna relación tenía con la muerte.

Srīla Prabhupāda: Sí. Esa es la conciencia del verdadero yo.

Profesor Dürckheim: Esa experiencia de la guerra me marcó muy profundamente. Fue el comienzo de mi sendero interior.

Srīla Prabhupāda: En los Vedas está escrito, nārāyāna parāḥ sarve na kutaścana bibhyati: Quien es un alma consciente de Dios, a nada teme.

Profesor Dürckheim: El proceso por el cual se hace consciente de su verdadero Yo, es una sucesión de experiencias interiores, ¿no es así? Aquí, en Europa, la gente ha pasado por tales experiencias. En realidad, creo que éste es el verdadero tesoro de Europa: el que haya tanta gente que ha pasado por los campos de batalla, por los campos de concentración, por los bombardeos aéreos. Y en lo íntimo de sus corazones conservan la memoria de aquellos momentos cuando la muerte estaba cerca, cuando fueron heridos y casi destrozados, y tuvieron un atisbo de su propia naturaleza eterna. Pero ahora es necesario mostrar a la gente, que no necesitan de un campo de batalla, de un campo de concentración, o de un bombardeo, para tomar en serio aquellas experiencias internas, por las cuales uno es de súbito tocado por un sentimiento de la divina realidad, y comprende que esta existencia corporal no lo es todo.

El cuerpo es como un sueño

Srīla Prabhupāda:
Eso podemos experimentarlo cada noche. Cuando dormimos, el cuerpo yace en la cama, pero nosotros vamos a otros lugares. En esta forma, todos experimentamos que nuestra verdadera identidad es diferente del cuerpo. Cuando soṣamos olvidamos al cuerpo que yace en la cama. Actuamos en diferentes cuerpos y lugares. Similarmente, durante el día olvidamos nuestro cuerpo del sueṣo, en el cual viajamos a tantos lugares. Tal vez en nuestro cuerpo nocturno hemos volado por el cielo. De noche olvidamos nuestro cuerpo diurno, y en el día olvidamos nuestro cuerpo nocturno. Pero nuestro yo consciente, el alma, existe siempre, y en ambos cuerpos, el diurno y el nocturno, permanecemos conscientes de nuestra existencia. En consecuencia, tenemos que concluir que no somos ni un cuerpo ni el otro. Durante algún tiempo existimos en el interior de un determinado cuerpo luego, al morir, lo olvidamos. Así pues, el cuerpo es, en realidad, únicamente una estructura mental, en cierto modo semejante a un sueṣo; pero el yo es diferente de todas estas estructuras mentales. Esto es lo que se llama conciencia del verdadero yo. En el Bhagavad-gītā, Śri Kṛṣṇa dice:

indriyāṇi parāṇy āhur
indriyebhyaḥ paraṁ manaḥ
manasas tu parā buddhir
yo buddheḥ paratas tu saḥ

«Los sentidos son superiores a la materia inerte; la mente es superior a los sentidos; la inteligencia es superior a la mente; y el yo (alma) es superior a la inteligencia».
Bhagavad-gītā 3.42

Profesor Dürckheim: Hace poco usted me habló del falso yo. ¿Quería usted decir que el verdadero Yo es el alma?

Śrīla Prabhupāda: Sí, ése es el yo puro. Por ejemplo, ahora tengo este cuerpo de 78 aṣos de edad, y tengo un falso yo que piensa: "Soy hindú, soy el cuerpo". Éste es un concepto erróneo. Cualquier día este cuerpo temporal se desvanecerá y recibiré otro cuerpo temporal. Es esto simplemente una ilusión pasajera. La realidad es que el alma, a base de sus deseos y actividades, transmigra de un cuerpo a otro.

Profesor Dürckheim: ¿Puede la conciencia existir separada del cuerpo material?

Śrīla Prabhupāda: Sí. La conciencia pura, el alma, no necesita de un cuerpo material. Por ejemplo, cuando usted sueṣa, olvida su cuerpo actual, pero sigue consciente. El alma, la conciencia, es como el agua: el agua es pura, pero tan pronto como cae del cielo y toca la tierra, se enturbia.

Profesor Dürckheim: Si.

Śrīla Prabhupāda: Similarmente, nosotros somos almas espirituales, somos puros; pero tan pronto como abandonamos el mundo espiritual y nos ponemos en contacto con estos cuerpos materiales, nuestra conciencia se vela. La conciencia permanece pura; pero ahora está velada por el fango (este cuerpo). Y es por esto por lo que la gente se pelea. Están erróneamente identificándose con el cuerpo, pensando, "Yo soy alemán", "Yo soy inglés", "Yo soy negro", "Yo soy blanco", `'Yo soy aquello"; ¡tantas designaciones basadas en el cuerpo! Estas designaciones corporales son impurezas. Es por esto que los artistas esculpen o pintan los desnudos. En Francia, por ejemplo, consideran que la desnudez es arte puro. Silimarmente, si usted considera la desnudez del alma espiritual—o sea la verdadera condición, sin tales condiciones corporales— del alma espiritual, eso es pureza.

Profesor Dürckheim: ¿Por qué parece ser tan difícil comprender que uno es diferente del cuerpo?

Todos saben que "Yo no soy el cuerpo"

Srīla Prabhupāda:
No es difícil. Usted puede experimentarlo. Es únicamente por necedad que la gente piensa de otra manera; pero todos realmente saben: "Yo no soy el cuerpo." Ésta es una vivencia muy fácil de tener. Yo existo. Comprendo que existí en un cuerpo de bebé, que he existido en un cuerpo de niṣo, y también en un cuerpo de adolescente. He existido en tantos cuerpos, y ahora estoy en un cuerpo de anciano. O por ejemplo, digamos que se ha puesto usted ahora una chaqueta negra. Dentro de un momento puede ponerse una chaqueta blanca. Pero usted no es esa chaqueta blanca o negra; simplemente se ha cambiado de chaqueta. Si lo llamara "Sr. Chaqueta Negra", sería un necio. Similarmente, a lo largo de mi vida he cambiado de cuerpo muchas veces; pero yo no soy ninguno de esos cuerpos. Esto es conocimiento verdadero.

Profesor Dürckheim: Y sin embargo, ¿no es acaso difícil? Por ejemplo, usted puede ser que ya haya comprendido intelectualmente muy bien que no es el cuerpo; pero tal vez tiene todavía miedo de la muerte. ¿No significa eso que no lo ha comprendido por experiencia propia? Tan pronto como lo comprenda por experiencia, no tendrá miedo a la muerte, porque sabrá que usted verdaderamente no puede morir.

Śrīla Prabhupāda: La experiencia se recibe de una autoridad superior, de alguien que tiene un conocimiento superior. En vez de tratar por aṣos y aṣos de vivir la experiencia de que Yo no soy el cuerpo, puedo obtener ese conocimiento de la fuente perfecta: Dios, Kṛṣṇa. Entonces tendré la experiencia de mi inmortalidad, escuchándola de una autoridad fidedigna. Eso es perfecto.

Profesor Dürckheim: Sí, comprendo.

Śrīla Prabhupāda: Por eso la instrucción védica es, tad-vijṣānārthaṁ sa gurum evābhigacchet: "Para obtener una experiencia de primera clase acerca de la perfección de la vida, debes acudir a un guru." ¿Y quién es un guru? ¿A quién acudiré? Acudiré a alguien que, a su vez, haya escuchado perfectamente a su propio guru. Esto es lo que se llama la sucesión discipular. Escucho a una persona perfecta, y distribuyo ese conocimiento en la misma forma, sin cambio alguno. Śrī Kṛṣṇa nos da conocimiento en el Bhagavad-gītā, y nosotros distribuimos ese mismo conocimiento, sin modificarlo.

Profesor Dürckheim: Durante los últimos veinte o treinta aṣos, ha habido un gran despertar del interés por los asuntos espirituales, en la parte occidental del mundo; pero, por otra parte, si los científicos quieren eliminar al ser humano, están muy cerca de lograrlo con sus bombas atómicas y sus otras innovaciones técnicas. Si por el contrario desean guiar a la humanidad hacia una meta más elevada, deben cesar de mirar al hombre en forma materialista, con una visión cientifica. Deben vernos como lo que somos: seres conscientes.

La meta de la vida humana

Srīla Prabhupāda:
La meta de la vida humana es llegar a ser conscientes del verdadero yo, o conscientes de Dios; pero los científicos no lo saben. La sociedad moderna está actualmente dirigida por hombres ciegos y estúpidos. Los llamados tecnólogos, científicos, y filósofos, ignoran la verdadera finalidad de la vida. Y la gente en general también está ciega; de modo que estamos en una situación en la que el ciego guía al ciego. Si un hombre ciego trata de guiar a otro ciego, ¿qué resultados pueden esperarse? No; no es éste el procedimiento. Uno debe aproximarse a una persona consciente de su verdadero yo, si desea comprender la verdad.

(Más personas entran en la habitación.)
Discípulo: Srila Prabhupāda, estos seṣores son profesores de teología y filosofía. Este es el Dr. Dara. Es el líder de una asociación para el estudio del yoga y la filosofía integral, aquí en Alemania.
(Śrīla Prabhupāda los saluda y la conversación se reanuda.)

Profesor Dürckheim: ¿Puedo hacerle otra pregunta? ¿No hay otro nivel de experiencia, que abra la puerta a una conciencia más profunda que la del hombre común?

Śrīla Prabhupāda: Sí. Esa experiencia la describe Kṛṣṇa en el Bhagavad-gītā (2.13):

dehino ’smin yathā dehe
kaumāraṁ yauvanaṁ jarā
tathā dehāntara-prāptir
dhīras tatra na muhyati

«Así como el alma encarnada pasa continuamente, en este cuerpo, desde la niṣez a la juventud y luego a la vejez, similarmente el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte. El alma consciente del yo, no es perturbada por tal cambio».

Pero primeramente uno debe entender el principio básico del conocimiento: "Yo no soy este cuerpo". Cuando este principio básico ha sido comprendido, se puede avanzar a un conocimiento más profundo.

Profesor Dürckheim: Me parece que hay una gran diferencia entre la manera oriental y la occidental de enfrentarse a este problema del cuerpo y el alma. En las enseṣanzas orientales, se procura liberarse del cuerpo, en tanto que en las religiones occidentales, se trata de hacerse conscientes del espíritu que está en el interior del cuerpo.

Śrīla Prabhupāda: Esto es muy difícil de entender. Hemos escuchado del Bhagavad-gīta que somos espíritu. Que estamos dentro del cuerpo. Nuestros sufrimientos provienen de la identificación con el cuerpo. Debido a que he entrado en este cuerpo, estoy sufriendo; así pues, tanto en Oriente como en Occidente, mi ocupación fundamental debe ser cómo puedo zafarme de este cuerpo. ¿Está claro?

Profesor Dürckheim: Si.

Śrīla Prabhupāda: El término reencarnación significa que soy un alma espiritual que ha entrado en un cuerpo. Pero en mi próxima vida puedo entrar en otro cuerpo. Tal vez será en un cuerpo de perro, o de gato, o quizá en un cuerpo de rey. Pero siempre habrá sufrimiento, tanto en el cuerpo de un rey como en el de un perro. Estos sufrimientos incluyen el nacimiento, la muerte, la vejez, y la enfermedad. De modo que para abolir estas cuatro clases de sufrimiento, tenemos que deshacernos del cuerpo. Ése es el problema real del hombre: cómo emanciparse de su cuerpo material.

Profesor Dürckheim: ¿Toma esto muchas vidas?

Śrīla Prabhupāda: Puede tomarle muchas vidas o puede usted lograrlo en una sola. Si entiende, en esta vida, que sus sufrimientos se deben a este cuerpo, investigará como librarse de él. Entonces, cuando obtenga este conocimiento, conocerá el truco de cómo emanciparse del cuerpo inmediatamente.

Profesor Dürckheim: Pero eso no significa que yo tenga que matar al cuerpo, ¿verdad? ¿No significa que yo me dé cuenta de que el espíritu es independiente de mi cuerpo?

Śrīla Prabhupāda: No es necesario matar al cuerpo. Pero, sea matado o no, un día tendrá que abandonarlo y recibir otro. Tal es la ley de la naturaleza; usted no puede evitarlo.

Profesor Dürckheim: Parece que hay aquí algunos puntos que concuerdan con el cristianismo.

Śrīla Prabhupāda: No importa que usted sea cristiano, musulmán, o hindú. El conocimiento es el conocimiento. Dondequiera que haya conocimiento, debe aceptarlo. Y esto es conocimiento: que cada ser viviente está aprisionado en el interior de un cuerpo material. Este conocimiento se aplica por igual a los hindúes, musulmanes, cristianos —a todos—. El alma está aprisionada en el cuerpo, y por ello debe sufrir el nacimiento, la muerte, la vejez y la enfermedad. Pero todos deseamos vivir eternamente, deseamos el conocimiento pleno, deseamos la dicha plena. Para alcanzar esta meta, tenemos que emanciparnos del cuerpo. Este es el procedimiento.

Profesor Dürckheim: Usted insiste en que tenemos que emanciparnos del cuerpo. Pero ¿no debemos aceptar nuestra existencia de seres humanos?

Śrīla Prabhupāda: Usted propone que aceptemos nuestra existencia de seres humanos. ¿Piensa usted que el existir dentro de este cuerpo humano es lo perfecto?

Profesor Dürckheim: No, no digo que es lo perfecto. Pero debemos aceptar esto, y no tratar de crear un situación irreal.

Cómo llegar a ser perfecto

Srīla Prabhupāda:
Usted admite que su condición actual no es perfecta. Por lo tanto, la idea correcta es la de descubrir cómo llegar a ser perfecto.

Prof. Dara: Pero, ¿por qué tenemos que llegar a ser perfectos como espíritus? ¿Por qué no podemos llegar a ser perfectos como seres humanos?

Śrīla Prabhupāda: Usted ya ha admitido que su situación dentro del cuerpo no es perfecta. Así pues, ¿por qué está tan apegado a esta situación imperfecta?

Prof. Dara: Este cuerpo es un instrumento que me permite comunicarme con los demás.

Śrīla Prabhupāda: Eso les es también posible a las aves y las bestias.

Prof. Dara: Pero hay una gran diferencia entre el lenguaje de las aves y las bestias, y nuestro lenguaje.

Śrīla Prabhupāda: ¿Cuál es la diferencia? Ellas conversan en la comunidad de ellas, y usted conversa en la comunidad de usted.

Profesor Dürckheim: Yo creo que lo fundamental es que el animal carece de la conciencia del yo. No comprende que es él mismo en esencia.

Por encima de las bestias

Srīla Prabhupāda:
Sí, eso es lo verdaderamente importante. Un hombre puede comprender qué es él. Las aves y las bestias no pueden. Así pues, como seres humanos, debemos esforzarnos por ser conscientes del verdadero yo, y no actuar simplemente al nivel de las aves y las bestias. Por eso el Vedānta-sūtra comienza con el aforismo athāto brahma-jijṣāsā: La vida humana está hecha para buscar la Verdad Absoluta. Ésta es la meta de la vida humana, no el comer y el dormir como animales. Poseemos un superávit de inteligencia que nos permite comprender la Verdad Absoluta. En el Śrīmad-Bhāgavatam (1.2.10) está escrito:

kāmasya nendriya-prītir
labho jīveta yāvatā
jīvasya tattva jijïāsā
nārtho yaŚ ceha karmabhiḥ

«El deseo de vivir nunca debe dirigirse a la complacencia de los sentidos. Se debe desear vivir únicamente porque la vida humana capacita para investigar la Verdad Absoluta. Ésta debe ser la meta de todos los esfuerzos».

Prof. Dara: Pero, ¿es simplemente una pérdida de tiempo emplear nuestro cuerpo en hacer bien a los demás?

Śrīla Prabhupāda: Usted no puede hacer el bien a los demás, porque no sabe qué es el bien. Imagina el bien en términos del cuerpo; pero esto es falso, porque usted no es el cuerpo. Por ejemplo, puede ser que ocupe un apartamento; pero usted no es ese apartamento. Si simplemente decora el apartamento y se olvida de comer, ¿puede eso ser bueno?

Prof. Dara: La comparación del cuerpo con una habitación pienso que no es buena...

Śrīla Prabhupāda: Esto es debido a que ignora que usted no es el cuerpo.

Prof. Dara: Pero si nosotros salimos de la habitación, ésta permanece. Cuando salimos del cuerpo, éste no permanece.

Śrīla Prabhupāda: Finalmente la habitación también se destruirá.

Prof. Dara: Lo que quiero decir es que tiene que haber una muy íntima conexión entre el cuerpo y el alma; una especie de unidad, al menos mientras vivimos.

Śrīla Prabhupāda: No; no es una verdadera unidad. Hay una diferencia. Por ejemplo, la habitación donde en este momento estamos es importante para mí, únicamente mientras estoy vivo; de otra manera carece de importancia. Cuando el alma abandona el cuerpo, el cuerpo es desechado, aunque le era muy querido a su propietario.

Prof. Dara: Pero, ¿qué ocurre si usted no desea separarse de su cuerpo?

Śrīla Prabhupāda: No se trata de lo que usted desee. Usted tiene que separarse. En cuanto le llegue la muerte, sus parientes desecharán el cuerpo.

Profesor Dürckheim: Tal vez no es lo mismo pensar "soy un alma, y tengo un cuerpo", que pensar "soy un cuerpo, y tengo un alma".

El secreto de la inmortalidad

Śrīla Prabhupāda:
Sí. Es un error pensar que usted es el cuerpo y posee un alma. Eso no es verdad. Eres el alma y estás cubierto por un cuerpo temporal. El alma es lo importante, no el cuerpo. Por ejemplo, siempre que use un abrigo, es importante para usted. Pero si se rompe, lo tiras y compras otro abrigo. El ser vivo experimenta constantemente lo mismo. Te separas de este cuerpo presente y aceptas otro cuerpo. Eso se llama muerte. El cuerpo que ocupaba anteriormente no tiene importancia, y el cuerpo que ahora ocupa se vuelve importante. Este es el gran problema: las personas le dan tanta importancia a un cuerpo que en unos pocos años se cambiarán por otro.


NOTAS

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