Volver a nacer

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«El alma no nace ni muere. Siempre existió, existe y existirá. No nace, es eterna, siempre existente, primordial. No muere cuando se mata al cuerpo».
Bhagavad-gītā 2.20

¿Comienza la vida al nacer, y termina al morir? ¿Hemos vivido previamente? Tales preguntas normalmente se identifican con las religiones de Oriente, donde la gente sabe que la vida del hombre no se extiende sólo desde la cuna a la tumba, sino que se prolonga por millones de eras y donde la aceptación de la idea del renacimiento es prácticamente unánime. Arturo Schopenhauer, el gran filósofo alemán del siglo XIX, en cierta ocasión dijo: "Si un asiático me pidiese una definición de Europa, me vería obligado a responderle: Es aquella región del mundo que vive obsesionada por la absurda falacia de que el hombre fue creado de la nada y que su nacimiento de ahora es su primera entrada en la vida."(1)

La ideología dominante en Occidente, la ciencia materialista, ha reprimido durante siglos la difusión de cualesquier interés serio en la preexistencia y la supervivencia conscientes más allá del cuerpo presente. Pero en toda la historia occidental, siempre ha habido pensadores que han comprendido y sostenido la inmortalidad de la conciencia y la trasmigración del alma. Y una multitud de filósofos, autores, artistas, científicos y políticos, han considerado seriamente la idea.

Grecia antigua

Entre los antiguos griegos, Sócrates, Pitágoras y Platón fueron de aquellos que incluían la reencarnación en sus enseṣanzas. Hacia el final de su vida, Sócrates dijo: "Estoy seguro de que una nueva vida existe y de que la vida surge de la muerte."(2) Pitágoras aseveró que él recordaba sus vidas pasadas; y Platón presentó detallados relatos de reencarnaciones en sus principales obras. En síntesis, sostenía que el alma pura cae, desde el plano de la realidad absoluta, a causa del deseo sensual, y toma entonces un cuerpo físico. Primeramente, según él, las almas caídas nacen en formas humanas, la más elevada de las cuales es el filósofo, que se esfuerza tras el conocimiento elevado. Si su conocimiento alcanza la perfección, el filósofo puede retornar a una existencia eterna. Pero si se enreda incurablemente en los deseos materiales, desciende a las especies animales de vida. Platón creía que los glotones y los ebrios podían trasformarse en asnos en las vidas futuras, los violentos e injustos podían nacer como lobos y gavilanes, y los ciegos seguidores de los convencionalismos sociales podían trasformarse en abejas y hormigas. Al cabo de algún tiempo, el alma nuevamente alcanza la forma humana y una nueva oportunidad de lograr la emancipación.*3 Algunos eruditos creen que Platón y otros filósofos de la antigua Grecia, habían obtenido su conocimiento de la reencarnación en las religiones de los misterios, tales como el orfismo, o en la India.

Judaísmo, Cristianismo, Islamismo

Atisbos de la reencarnación también son comunes en la historia del judaísmo y del antiguo cristianismo. Información acerca de las vidas pasadas y futuras, se encuentran en la cábala, que, según muchos eruditos hebraístas, representa la sabiduría oculta de las Escrituras. En el Zohar, uno de los principales textos cabalísticos, se dice: "Las almas tienen que volver a entrar en la substancia absoluta de la cual han emergido. Pero, para lograrlo, deben desarrollar todas las perfecciones, cuyo germen está plantado en ellas mismas; y si no han cumplido esta condición en una existencia, tienen que comenzar una segunda, tercera, etc. vida, hasta adquirir las cualidades que las capaciten para volver a unirse a Dios."(4) Según la Universal Jewish Encyclopedia (Enciclopedia Judía Universal) los judíos hasíadicos comparten las mismas creencias.(5)

En el siglo III de la era cristiana, el teólogo Orígenes, uno de los padres de la primitiva Iglesia Cristiana, y uno de sus más insignes eruditos bíblicos, escribía: "A causa de alguna inclinación hacia el mal, ciertas almas... entran en cuerpos, primero de hombres; después, debido a su relación con las pasiones irracionales, al terminar el período de vida humana que tenían asignado se transforman en bestias, desde donde se hunden hasta la condición de... plantas. Desde allí surgen nuevamente pasando por los mismos estadios, hasta ser restituídos en su lugar celestial."(6)

Hay muchos pasajes en la Biblia que indican que Cristo y sus seguidores eran conscientes del principio de la reencarnación. Una vez, los discípulos de Jesús le preguntaron sobre la profecía del Antiguo Testamento de que Elías reaparecería en la tierra. En el Evangelio de San Mateo leemos: “Y les respondimos que Elías realmente vendrá primero y restaurará todas las cosas. Pero les digo que Elías ya vino y no lo conocían... Entonces los discípulos entendieron que les habló de Juan el Bautista ”.(7) En otras palabras, Jesús declaró que Juan el Bautista, quien fue decapitado por Herodes, fue una reencarnación del profeta Elías. En otro caso, Jesús y sus discípulos se encontraron con un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Quién pecó, este hombre o sus padres, que nació ciego?"(8) Independientemente de quién había pecado, Jesús respondió que aquí había una oportunidad de mostrar una obra de Dios. Luego curó al hombre. Ahora, si el hombre hubiera nacido ciego por un pecado propio, debe haber sido un pecado cometido antes de su nacimiento, es decir, en una vida anterior. Y esta fue una sugerencia de que Jesús no discutió.

El Corán dice: "Y vosotros estábais muertos, y Él os trajo nuevamente a la vida. Y Él os hará morir, y os traerá nuevamente a la vida, y finalmente os llevará a Él mismo."(9) Entre los seguidores del islamismo, los sufís, especialmente, creen que la muerte no es una pérdida, porque el alma inmortal pasa continuamente por diferentes cuerpos. Jalalu 'D-Din Rumi, un famoso poeta sufí, escribió:

Yo morí como mineral y me transformé en una planta,
Yo morí como una planta y me elevé al animal,
Yo morí como animal y fuí hombre.
¿Por qué habría de temer? ¿Cuándo fui menos por morir?(10)

Las intemporales escrituras védicas de la India confirman que el alma, cuando se identifica con la naturaleza material, toma una entre 8,400,000 formas y una vez encarnada en una determinada especie de vida, evoluciona automáticamente desde las formas inferiores a las superiores, obteniendo finalmente un cuerpo humano.

Así pues, todas las principales religiones occidentales —el judaísmo, el cristianismo, y el islamismo— tienen claras ideas de la reencarnación entretejidas en sus enseṣanzas, a pesar de que los guardianes oficiales del respectivo dogma las ignoran o las niegan.

La Edad Media y el Renacimiento

En circunstancias que hasta hoy permanecen sumidas en el misterio, el emperador de Bizancio, Justiniano, en el aṣo 553 D.C. prohibió las enseṣanzas de la preexistencia del alma en la iglesia católica. En esa época, numerosos escritos eclesiásticos fueron destruídos, y muchos eruditos creen que las referencias a la reencarnación fueron expurgadas de las escrituras. Las sectas gnósticas, aunque severamente perseguidas por la Iglesia, lograron mantener viva la doctrina de la reencarnación en Occidente. (La palabra gnóstico se deriva del griego gnosis, que significa conocimiento).

Durante el Renacimiento, se reavivó el interés público por la reencarnación. Una de las figuras prominentes de aquella época fue el destacado filósofo y poeta italiano Giordano Bruno, a quien la Inquisición condenó finalmente a morir en la hoguera por sus enseṣanzas acerca de la reencarnación. En las respuestas finales a los cargos que se le imputaban, Bruno, desafiantemente, proclamó que el alma "no es el cuerpo" y "puede estar en uno u otro cuerpo, y pasar de un cuerpo a otro".(11)

A causa de la persecución efectuada por la Iglesia, las enseṣanzas de la reencarnación se refugiaron entonces en un profundo secreto, sobreviviendo en Europa en las sociedades secretas de los Rosacruces, Francmasones, Cabalistas y otros.

La Ilustración

Durante el período de la Ilustración, los intelectuales europeos comenzaron a liberarse de las restricciones impuestas por la censura de la Iglesia. El gran filósofo Voltaire escribía que la doctrina de la reencarnación "no es absurda ni inútil". Aṣadía que "no es más sorprendente nacer dos veces que nacer una sola vez".(12)

Es así mismo sorprendente, que varios de los "padres de la patria", fundadores de los Estados Unidos, se sintieran fascinados por la idea de la reencarnación, y finalmente la aceptaran, cuando el interés por ella se extendió desde Europa allende el Atlántico. Dando expresión a un firme convencimiento, Benjamín Franklin escribía: "Observando que existo en el mundo, creo que, de una u otra manera, existiré siempre."(13)

En 1814, el ex presidente de los Estados Unidos, John Adams, que había estado leyendo libros de religión hindú, escribía a otro ex presidente, Thomas Jefferson, a quien llamaban "el sabio de Monticello", respecto a la doctrina de la reencarnación. Por haberse rebelado contra el Ser Supremo, algunas almas fueron "precipitadas a las regiones de la obscuridad total", escribía Adams. Luego fueron, continuaba él diciendo, "dejadas en libertad de ascender a la Tierra y transmigrar a toda suerte de animales, reptiles, aves, bestias, y hombres, de acuerdo a su rango y carácter, e incluso a los vegetales y minerales, a título de prueba. Si aprobaban los sucesivos grados, se les permitía transformarse en vacas y hombres. Si se comportaban bien siendo hombres... eran restaurados a su original rango y beatitud en el Cielo".(14)

En Europa, Napoleón solía decir a sus generales que, en una vida anterior, él había sido Carlo Magno.(15) Johann Wolfang von Goethe, uno de los más grandes poetas alemanes, también creía en la reencarnación, y es probable que haya encontrado esta idea en sus lecturas de la filosofía india. Goethe, famoso como autor dramático y también como científico, una vez declaró: "Estoy seguro de haber estado aquí, tal como ahora, mil veces anteriormente, y espero retornar otras mil veces."(16)

El Trascendentalismo

El interés por la reencarnación y por la filosofía india también es intenso entre los trascendentalistas norteamericanos, incluyendo a Emerson, Whitman, y Thoreau. Emerson escribía: "Uno de los secretos del universo es el de que todo subsiste y nada muere, solamente se pierde de vista y después reaparece... nada está muerto; los hombres se fingen muertos y, en broma, soportan los funerales y la sepultación; mientras están mirando por la ventana, sanos y salvos, en un disfraz nuevo y desconocido."(17) Del Ka˜ha Upaniad, uno de los numerosos libros de la antigua filosofía india que tenía en su biblioteca, Emerson citaba: "El alma no nace ni muere, nadie la ha producido...no nacida, eterna, no muere si el cuerpo es matado."(18)

Thoreau, el filósofo de Walden Pond, escribía: "Por lo que puedo recordar, me he referido inconscientemente a las experiencias tenidas en una existencia previa".(19) Otra prueba del profundo interés de Thoreau en la reencarnación, es un manuscrito, descubierto en 1926, titulado "La transmigración de los siete brahmanas". Esta breve obra es una traducción inglesa del sánscrito, tocante a una historia de reencarnaciones. Relata las vidas de siete sabios, en las sucesivas encarnaciones como cazadores, príncipes y animales.

Y Walt Whitman, en su poema "Song of Myself" (La canción de mí mismo), escribe:
Sé que soy inmortal...
Ya hemos pasado por billones de inviernos y veranos,
Pasaremos por otros billones, y luego
por otros billones más.(20)

En Francia, el famoso autor Honoré de Balzac escribió una novela, Seraphita, dedicada a la reencarnación. En ella Balzac declara: "Todos los seres humanos han pasado por una vida previa... ¡Quién sabe por cuántas formas pasa el ser, heredero del cielo, antes de llegar a comprender el valor del silencio y la soledad, cuyas llanuras de estrellas son las antesalas de los mundos espirituales!"(21)

Charles Dickens, en su obra David Copperfield, analiza las impresiones de lo ya visto, que a menudo parecen ser recuerdos de vidas pasadas: "Todos hemos tenido la experiencia ocasional de que lo que estamos diciendo o haciendo, nos parece que ya ha sido dicho o hecho en un remoto pasado, o de haber estado rodeado de las mismas caras, objetos y circunstancias en un nebuloso pretérito..."(22)

Y en Rusia, el célebre conde León Tolstoy, escribía: "Así como en nuestra vida actual soṣamos miles de sueṣos, así también nuestra vida presente no es más que una entre muchos miles de vidas como ésta, a las cuales llegamos desde una existencia más real... y luego retornamos después de la muerte. Nuestra vida no es más que uno de los sueṣos de esa existencia más verdadera, y así seguirá siendo perpetuamente, hasta que regresemos para siempre a la definitiva, la verdadera, la vida con Dios".(23)

En la Edad Contemporánea

A principios del siglo XX, la idea de la reencarnación atraía el pensamiento de uno de los artistas occidentales más influyentes, Paul Gauguin, que durante sus últimos aṣos en Tahití, escribía que, cuando el cuerpo físico se destruye, "el alma lo sobrevive". Entonces toma otro cuerpo, escribía Gauguin, "inferior o superior, conforme a los méritos o deméritos". El artista creía que la idea del contínuo renacimiento había sido primeramente enseṣada en el Occidente por Pitágoras, quien la habría aprendido de los sabios de la antigua India.(24)

El magnate de la industria estadounidense del automóvil, Henry Ford, en cierta ocasión declaró a un periodista que lo entrevistaba: "Adopté la teoría de la reencarnación cuando tenía 26 aṣos." Ford decía: "El genio es el resultado de la experiencia. Algunos parecen creer que es un don o talento; pero es el fruto de la larga experiencia de muchas vidas".(25) Análogamente, el general norteamericano George S. Patton creía haber adquirido su destreza militar en antiguos campos de batalla.

El de la reencarnación, es un tema que se repite con frecuencia en el Ulysses del novelista y poeta irlandés James Joyce. En un muy conocido pasaje de esta novela, el héroe, Mr. Bloom, dice a su mujer: "Algunos creen que después de la muerte seguimos viviendo en otro cuerpo y que hemos vivido antes en la tierra hace miles de aṣos, o en algún otro planeta. Dicen que lo hemos olvidado. Algunos dicen que recuerdan sus propias vidas pasadas."(26)

Jack London hizo de la reencarnación el tema principal de su novela The Star Rover (El Vagabundo Estelar), en la que el héroe dice: "Yo no comencé cuando nací, ni cuando fui concebido. He estado creciendo, desarrollándome, durante un incalculable número de milenios... Todos mis yoes previos me hacen sentir sus voces, sus ecos, sus impulsos... ¡Oh, un incalculable número de veces volveré a nacer! Sin embargo, estos imbéciles creen que estirándome el cuello con una cuerda harán que cese de existir."(27)

En su clásica novela de la búsqueda de la verdad espiritual, Siddhartha, el premio Nobel Herman Hesse escribía: "Vio todas estas formas y rostros en mil diferentes relaciones entre sí... Ninguna de ellas moría; únicamente cambiaban, siempre renacían, continuamente tenían una nueva faz; sólamente el tiempo se interponía entre una faz y otra."(28)

Muchos científicos y psicólogos han creído en la reencarnación. Uno de los más grandes psicólogos modernos, Carl Jung, emplea el concepto de un yo eterno que pasa por muchos nacimientos, como un modo de entender los más profundos misterios del yo y la conciencia. "Podría fácilmente imaginar que, tal vez, haya vivido en siglos anteriores, y encontrado preguntas a las cuales no podía responder; que tuve que volver a nacer, porque no había cumplido la tarea que se me había encomendado",(29) decía Jung.

El biólogo británico Thomas Huxley anotaba que "la doctrina de la reencarnación" es "adecuada para explicar las relaciones del hombre con el cosmos"; y advertía que "nadie sino los pensadores muy superficiales la rechazarán considerándola absurda".(30)

Una de las figuras pioneras en el psicoanálisis y el desarrollo humano, el psicoanalista estadounidense Erik Erikson, está convencido de que la reencarnación se halla en el corazón mismo de toda creencia religiosa. "Reconozcámoslo, nadie en su sano juicio puede visualizar su propia existencia, en lo más profundo de sí, sin aceptar que siempre ha existido y seguirá existiendo",(31) escribía el autor.

Mahatma Gandhi, una de las figuras políticas más grandes de los tiempos modernos y apóstol de la no violencia, explicaba una vez cómo una comprensión práctica de la reencarnación le infundió la confianza en su sueṣo de la paz mundial. Gandhi dijo: "No puedo pensar en una enemistad permanente entre los hombres; creyendo como creo en la reencarnación, vivo con la esperanza de que, si no en este nacimiento, en algún otro seré capaz de estrechar a toda la humanidad en un abrazo amistoso."(32)

En uno de sus más famosos cuentos, J.D. Salinger hace la presentación de Teddy, un niṣo precoz que recuerda sus encarnaciones y habla de ellas abiertamente. "¡Pero si es tan estúpidamente simple! Todo lo que tienes que hacer es largarte de tu cuerpo cuando mueres. ¡Diantre! Todos lo hemos hecho miles de veces. El que no lo recuerden no significa que no lo hayan hecho."(33)

Jonathan Livingston Seagull (Juan Salvador Gaviota), el héroe de la obra del mismo nombre, a quien su autor Richard Bach describe como "ese pequeṣo fuego brillante que arde dentro de todos nosotros", pasa por una serie de reencarnaciones que lo llevan de la Tierra al mundo celestial, y luego de regreso, para ilustra a las gaviotas menos afortunadas. Uno de los guías de Juan Salvador le pregunta: "¿Tienes idea de cuántas son las vidas por las cuales hemos tenido que pasar, para llegar a tener el primer atisbo de que hay algo más importante que el comer, el pelear, o detentar el poder en la bandada? ¡Mil vidas, Juan Salvador, diez mil vidas! Y luego otras cien vidas, para llegar a entender eso que se llama la perfección, y todavía otras cien vidas para comprender que el propósito de la existencia es descubrir esa perfección y realizarla."(34)

El premio Nobel Isaac Bashevis Singer a menudo habla de vidas pasadas, renacimiento e inmortalidad del alma en sus magistrales cuentos. "No existe la muerte. ¿Cómo puede haber muerte si todo es parte de Dios? El alma jamás muere, y el cuerpo nunca está verdaderamente vivo."(35)

El laureado poeta británico John Mansfield, en su célebre poema acerca de las vidas pasadas y futuras, escribe:
Yo creo que cuando alguien muere
Su alma regresa nuevamente a la Tierra;
Ataviada con un nuevo disfraz de carne,
Otra madre le da nacimiento.
Con miembros más fuertes y un cerebro más brillante,
La vieja alma se pone nuevamente en marcha.(36)

En conversaciones privadas acerca de las relaciones personales, el músico, autor de canciones, y famoso ex-Beatle, George Harrison, ha revelado sus convicciones sobre la reencarnación. "Los amigos de uno son todos almas que hemos conocido en otras vidas. Nos sentimos mutuamente atraídos. Eso es lo que yo pienso de los amigos. No importa si los he conocido ayer mismo. No espero a conocerlos por dos aṣos, porque es seguro que nos hemos conocido antes en alguna parte."(37)

La reencarnación está nuevamente atrayendo la atención de los intelectuales y el público en general, de Occidente. El cine, las novelas, las canciones populares y los periódicos, ahora tratan de la reencarnación con creciente frecuencia; millones de occidentales están sumándose rápidamente a los más de mil quinientos millones de personas, incluyendo a los hindúes, los budistas, los taoístas y los miembros de otras fes que, tradicionalmente, han comprendido que la vida no comienza en el nacimiento, ni termina con la muerte. Pero la simple curiosidad o creencia no es suficiente. Estas no son sino el primer paso en la comprensión de la ciencia completa de la reencarnación, la cual incluye el conocimiento de cómo liberarse uno mismo del infortunado ciclo de nacimientos y muertes.

El Bhagavad-gītā: el libro inmortal de la reencarnación

Muchos occidentales, para comprender más profundamente la reencarnación, se están volviendo hacia las fuentes del conocimiento sobre las vidas pasadas y futuras. Entre todas las Escrituras, los Vedas, de la India, escritos en sánscrito, son las más antiguas del mundo, y proporcionan las explicaciones más completas y a la vez lógicas, de la ciencia de la reencarnación; sus enseṣanzas han conservado la vitalidad y el atractivo universal por más de cinco mil años.

La información más fundamental acerca de la reencarnación aparece en el Bhagavad-gītā que es la esencia de los Upaniads y de todo el conocimiento védico. El Gītā fue expuesto hace cincuenta siglos por Sri Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, a su amigo y discípulo Arjuna, en un campo de batalla del norte de la India. Un campo de batalla es el lugar más adecuado para discutir acerca de la reencarnación, porque en el combate se afrontan directamente las formidables cuestiones concernientes a la vida, la muerte y la ultratumba.

Kṛṣṇa comienza a hablar de la inmortalidad del alma, diciendo a Arjuna: "Nunca hubo un tiempo en el que Yo no existiera, ni tú, ni todos estos reyes; y en el futuro, ninguno de nosotros dejará de existir". Más adelante declara: "Debes saber que aquello que se difunde por todo el cuerpo es indestructible. Nadie puede destruir al alma imperecedera". ¡El alma! Al nombrarla hablamos de algo muy sutil, tanto, que no es captable de inmediato por los limitados sentidos y mente humanos. Por esto, no todos son capaces de aceptar la existencia del alma. Kṛṣṇa sigue explicando a Arjuna: "Algunos consideran que el alma es asombrosa, otros la describen como asombrosa, y otros más oyen hablar de ella como algo asombroso, mientras que hay otros que, incluso después de oír hablar de ella, no logran comprenderla en absoluto".

La aceptación de la existencia del alma, sin embargo, no es meramente un asunto de fe. El Bhagavad-gītā apela a la evidencia de nuestros sentidos y lógica, para que podamos aceptar sus enseṣanzas con un cierto grado de convicción racional; no ciegamente como un dogma.

Es imposible comprender la reencarnación, a menos que se conozca la diferencia entre el verdadero yo (el alma) y el cuerpo. El Gītā nos ayuda a entender la naturaleza del alma, mediante el siguiente ejemplo: "Tal como el sol ilumina, él solo, a todo este universo, así también la entidad viviente, una sola dentro del cuerpo, ilumina, mediante la conciencia, al cuerpo entero".

La conciencia es evidencia concreta de la presencia del alma dentro del cuerpo. En un día nublado, el sol puede no ser visible, pero sabemos que está allí en el cielo por la presencia de la luz solar. Del mismo modo, es posible que no podamos percibir directamente el alma, pero podemos concluir que está allí por la presencia de la conciencia. En ausencia de conciencia, el cuerpo es simplemente una masa de materia muerta. ¡Solo la presencia de la conciencia hace esto! Un trozo de materia muerta respira, habla, ama y teme. En esencia, el cuerpo es un vehículo para el alma, a través del cual puede cumplir sus innumerables deseos materiales. La Gītā explica que la entidad viviente dentro del cuerpo está "sentada como en una máquina hecha de la energía material". El alma se identifica falsamente con el cuerpo, llevando sus diferentes concepciones de la vida de un cuerpo a otro a medida que el aire transporta aromas. Así como un automóvil no puede funcionar sin la presencia de un conductor, del mismo modo, el cuerpo material no puede funcionar sin la presencia del alma.

A medida que uno envejece, esta distinción entre el yo consciente y el cuerpo físico se vuelve más obvia. Durante su vida, una persona puede observar que su cuerpo cambia constantemente. No perdura, y el tiempo prueba que el niño es efímero. El cuerpo comienza a existir en un momento determinado, crece, madura, produce subproductos (niños) y gradualmente disminuye y muere. El cuerpo físico es, pues, irreal, ya que, a su debido tiempo, desaparecerá. Como explica la Gītā, "De lo inexistente no hay resistencia". Pero a pesar de todos los cambios del cuerpo material, la conciencia, un síntoma del alma interna, permanece sin cambios. ("De lo eterno no hay cambio"). Por lo tanto, podemos concluir lógicamente que la conciencia posee una cualidad innata de permanencia que le permite sobrevivir a la disolución del cuerpo. Kṛṣṇa le dice a Arjuna: "Para el alma no hay nacimiento ni muerte en ningún momento... No se mata cuando se mata el cuerpo".

Pero si el alma "no es asesinada cuando el cuerpo es asesinado", ¿qué será de él? La respuesta dada en el Bhagavad-gītā es que el alma entra en otro cuerpo, esto es reencarnación. Este concepto puede ser difícil de aceptar para algunas personas, pero es un fenómeno natural, y el Gītā da ejemplos lógicos para ayudar a nuestra comprensión: "A medida que el alma encarnada pasa continuamente, en este cuerpo, desde la infancia a la juventud hasta la vejez, similarmente el alma pasa a otro cuerpo al morir. Una persona sensata no se desconcierta por tal cambio ".

En otras palabras, el hombre se reencarna incluso en el transcurso de una vida. Cualquier biólogo le dirá que las células del cuerpo mueren constantemente y son reemplazadas por otras nuevas. En otras palabras, cada uno de nosotros tiene una cantidad de cuerpos "diferentes" en esta misma vida. El cuerpo de un adulto es completamente diferente del cuerpo que tenía la misma persona cuando era un bebé. Sin embargo, a pesar de los cambios corporales, la persona interna sigue siendo la misma. Algo similar sucede en el momento de la muerte. El yo sufre un cambio final de cuerpo. El Gītā dice: "Cuando una persona se pone prendas nuevas, abandona las viejas, el alma acepta de manera similar nuevos cuerpos materiales, abandonando los viejos e inútiles". Así, el alma permanece atrapada en un ciclo interminable de nacimientos y muertes. "El que ha nacido seguramente morirá, y después de la muerte uno seguramente volverá a nacer", le dice el Señor a Arjuna.

Según los Vedas, existen 8.400.000 diferentes especies de vida, comenzando por los microbios y pasando por los peces, las plantas, los insectos, los reptiles, las aves y las bestias, hasta llegar a los seres humanos y los los semidioses. En conformidad a sus deseos, las entidades vivientes perpetuamente nacen en estas especies.

La mente es el mecanismo que dirige estas transmigraciones, impulsando al alma hacia nuevos y nuevos cuerpos. El Gītā explica: "Cualquier forma de existencia que uno recuerde al momento de abandonar el cuerpo, esa será la forma que necesariamente adoptará (en su próxima vida)." Todo lo que hemos pensado y hecho durante la vida, deja una impresión en la mente, y la suma total de estas impresiones determinará nuestros pensamientos al morir. La naturaleza material nos proporcionará un cuerpo conforme a la calidad de estos pensamientos. En consecuencia, la clase de cuerpo que tenemos ahora, es la expresión del estado de conciencia que tuvimos al momento de morir la última vez.

"Cada ser, al trasladarse a un nuevo cuerpo material, recibe una determinada clase de ojos, oídos, lengua, nariz y sentido del tacto, los cuales funcionan en torno a la mente. Puede gozar así de un determinado tipo de objetos sensibles", explica el Gītā. Además, la reencarnación no siempre transcurre en sentido ascendente; el ser humano no tiene garantizado un nacimiento humano en su vida siguiente. Por ejemplo, si uno muere con la mentalidad de un perro, en la próxima vida recibirá los ojos, oídos, nariz, etc., de un perro, que le permitirán gozar de los placeres caninos. Sri Kṛṣṇa confirma el destino de tan infortunada alma, diciendo: "Si muere estando en la guṇa de la ignorancia, nacerá en el reino animal".

De acuerdo al Bhagavad-gītā, quienes no investigan acerca de su naturaleza más elevada, espiritual, se ven obligados, por las leyes del karma, a continuar en el ciclo de los nacimientos, muertes, y reencarnaciones, apareciendo a veces como seres humanos, a veces como animales, y a veces como plantas o insectos.

Nuestra existencia en el mundo material se debe a las múltiples reacciones kármicas de esta y de vidas anteriores, y el cuerpo humano proporciona la única escapatoria a través de la cual el alma materialmente condicionada puede escapar. Al utilizar adecuadamente la forma humana, uno puede resolver todos los problemas de la vida (nacimiento, muerte, enfermedad y vejez) y romper el ciclo interminable de la reencarnación. Sin embargo, si un alma, después de haber evolucionado a la plataforma humana, desperdicia su vida al participar solo en actividades para el placer de los sentidos, puede crear fácilmente suficiente karma en esta vida actual para mantenerlo enredado en el ciclo de nacimiento y muerte por miles de miles de vidas Y puede que no todas sean en cuerpo humano.

Śrī Kṛṣṇa dice: "Los insensatos son incapaces de comprender cómo puede la entidad viviente abandonar el cuerpo, o qué clase de cuerpo recibirá a consecuencia de la fascinación que en ella ejercen las guṇas. Mas aquél cuyos ojos están entrenados para el conocimiento, puede ver claramente todo esto. El espiritualista esforzado, consciente del yo, puede verlo claramente. Pero quienes no son conscientes del yo no pueden, por más que se esfuercen".

Un alma lo suficientemente afortunada como para obtener un cuerpo humano debe esforzarse seriamente por la autorrealización, comprender los principios de la reencarnación y liberarse del nacimiento y la muerte repetidos. No podemos darnos el lujo de no hacerlo.


NOTAS

1Parerga y Paralipomena, II, Capítulo 16.
2Pharedo, traductor Benjamin Jowett
3Pharedo
4E.D. Walker, Reencarnación: Un estudio de la verdad olvidada.Boston: Houghton Mifflin, 1888, p. 212.
5Artículo, "Transmigración de almas".
6De Principiis, Libro III, Capítulo 5. Ante-Nicene Christian Library, Editores, Alexander Roberts y James Donaldson. Edimburgo: Clark, 1867.
7San Mateo 17.9-13
8Juan 9.2
9Sura 2.28
10R.A. Nicholson, Rumi, Poeta y Místico. Londres: Allen & Unwin,1950, p. 103
11William Boulting, Giordano Bruno, su vida, pensamiento y martirio. Londres: Keagan Paul, 1914. pp. 163-64.
12Citado en el Wiederholt Erdenleben de Emil Block. Stuttgart: 1952, p. 31.
13Carta a George Whatley, 23 Mayo, 1785. Los trabajos de Benjamin Franklin, editor,Jared Sparks, Boston: 1856. X, p. 174.
14Carta a Thomas Jefferson, Marzo 1814. Correspondencia de JohnAdams.
15Emil Ludwig, Napoleón. N. York: Boni & Liveright, 1926, p.245.
16Memorias de Johannes Falk. Leipzig: 1832. Reimprimido en Goethe-Bibliothek, Berlín: 1911.
17Los escritos selectos de Ralph Waldo Emerson, editor, Brooks Atkinson, Nueva York: Librería Moderna, 1950, p. 445.
18Emerson's Complete Works. Boston; Houghton Mifflin, 1886, IV, p. 35.
19El Diario de Henry D. Thoreau. Boston; Houghton MIfflin, 1949, II, p. 306.
20Walt Whitman's Leaves of Grass, 1era. edición (1855), editor, Malcolm Cowley. Nueva York: Viking, 1959.
21Balzac, La Comedia Humana. Boston: Pratt, 1904, XXXIX, pp. 175-76.
22Capítulo 39.
23Moscú: Revista, La Voz de Amor Universal, 1908, No. 40, p. 634.
24Pensamiento Moderno y Catolicismo, traductor, Frank Lester Pleadwell. Impresión privada, 1927. El manuscrito original se encuentra en el Museo de Arte de San Luis, San Luis, Missouri.
25San Francisco Examiner, 28 Agosto, 1928.
26Primer episodio, "Calypso."
27Nueva York: Macmillan, 1919, pp. 252-54.
28Nueva York: Nuevas Direcciones, 1951.
29Memorias, Sueṣos, y Reflexiones. Nueva York: Pantheon, 1963, p. 323.
30Evolución, Ética y Otros Ensayos. Nueva York: Appleton, 1894, pp. 60-61.
31La Verdad de Gandhi. Nueva York: Norton, 1969, p. 36.
32India Joven, Abril 2, 1931, p. 54.
33J.D. Salinger, Nueve Historias. N. York: Signet paperback, 1954.
34New York: Mcmillan, 1970, pp. 53-54.
35Un Amigo de Kafka y Otras Historias. Nueva York: Farrar, Straus & Giroux, 1962.
36"Un Credo," Poemas Colectados.
37Yo, Mi, Mío. Nueva York: Simon y Schuster, 1980.
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