Más allá de la vida y la muerte
<< 1 No somos este cuerpo >>

dehī nityam avadhyo ‘yaṁ
dehe sarvasya bhārata
tasmāt sarvāṇi bhūtāni
na tvaṁ śocitm arhasi

«¡Oh, descendiente de Bharata!, el que mora en el cuerpo es eterno y nunca puede ser matado. Así pues, no debes lamentarte por ninguna criatura».
Bhagavad-gītā 2.30

El primer paso verdadero en la autorrealización consiste en comprender que nuestra identidad está separada del cuerpo. “No somos este cuerpo sino un alma espiritual”, es una comprensión esencial para todo aquel que quiera trascender la muerte y entrar al mundo espiritual que está más allá. No es simplemente cuestión de decir: “No soy este cuerpo”, sino de experimentarlo realmente. Esto no es tan sencillo como pueda parecer al principio. Aunque no somos este cuerpo sino conciencia pura, de una u otra manera hemos quedado encerrados dentro del vestido corporal, el cual envejece gradualmente y finalmente tenemos que abandonar. Si realmente queremos la felicidad e independencia que trasciende a la muerte, debemos establecernos en nuestra posición constitucional como conciencia pura y permanecer ahí.

Ya que vivimos en el concepto corporal de la vida, nuestra idea de la felicidad es como aquella de un hombre con delirio. Algunos filósofos sostienen que esta condición de delirio, de identificarse con el cuerpo, debe ser curada absteniéndose de toda acción. Debido a que estas actividades materiales nos han producido aflicción, sostienen que en realidad debemos detenerlas. Según ellos, la culminación de la perfección consiste en una clase de nirvāṇa budista en el cual no se realizan actividades. Buda aseguraba que la existencia de este cuerpo se ha producido debido a una combinación de elementos materiales, y que si de una u otra manera se separan o desmontan estos elementos materiales, se removerá entonces la causa del sufrimiento. Si los recaudadores de impuestos nos causan demasiadas molestias debido a que poseemos una gran casa, una solución simple es destruir la casa. Sin embargo el Bhagavad-gītā indica que este cuerpo material no lo es todo. Más allá de esta combinación de elementos materiales se encuentra el espíritu, y el síntoma de ese espíritu es la conciencia.

No podemos negar la existencia de la conciencia. Un cuerpo sin conciencia es un cuerpo muerto. Tan pronto como la conciencia que hay en un cuerpo sea removida, la boca no hablará, los ojos no verán, ni los oídos oirán. Hasta un niño puede entender esto. Es un hecho que la conciencia es absolutamente necesaria para la animación del cuerpo. ¿Qué es esta conciencia? Tal como el calor y el humo son síntomas del fuego, similarmente la conciencia es el síntoma del alma. La energía del alma o del yo es producida en forma de conciencia. En verdad, la conciencia comprueba que el alma está presente. Ésa no es la filosofía de el Bhagavad-gītā únicamente, sino que es la conclusión de toda la literatura védica.

La escuela impersonalista de Śaṅkarācārya, así como también los vaiṣṇavas que siguen la sucesión discipular del Señor Śrī Kṛṣṇa, reconocen la verdadera existencia del alma, pero no así en cambio los filósofos budistas. Los budistas arguyen que durante cierta etapa, la combinación de la materia produce conciencia, pero ese argumento queda refutado por el hecho de que aunque tengamos todos los elementos materiales a nuestra disposición, no podremos producir conciencia a partir de ellos. Puede que todos los elementos materiales estén presentes en un hombre muerto, pero no podremos revivir a ese hombre y devolverle la conciencia. El cuerpo no es como una máquina. Cuando una pieza de una máquina se daña, ésta puede ser reemplazada y la máquina funcionará de nuevo. Pero cuando el cuerpo se daña y la conciencia lo abandona, no hay posibilidad de reemplazar la parte dañada y de rejuvenecer la conciencia. El alma es diferente del cuerpo, y mientras el alma esté ahí, el cuerpo estará vivo. Pero no hay posibilidad de animar el cuerpo en la ausencia del alma.

Ya que no podemos percibir el alma con nuestros sentidos burdos, nosotros la negamos. En realidad hay muchísimas cosas que están ahí pero que no podemos ver. Con nuestros sentidos obtusos no podemos ver el aire ni las ondas de radio o del sonido, ni podemos percibir las bacterias diminutas, pero sin embargo, esto no significa que estén ahí. Con la ayuda del microscopio y de otros instrumentos se pueden percibir muchas cosas que previamente habían sido negadas debido a los sentidos imperfectos. Simplemente porque el alma, la cual es de tamaño atómico, no ha sido todavía percibida ni con los sentidos ni con instrumentos, no debemos concluir que no está ahí. Sin embargo, ésta puede ser percibida por sus síntomas y efectos.

En el Bhagavad-gītā (2.14) Śrī Kṛṣṇa señala que todos nuestros sufrimientos se deben a que nos identificamos falsamente con el cuerpo.

mātrā-sparśās tu kaunteya
śītoṣṇa-sukha-duḥkha-dāḥ
āgamāpāyino ’nityās
tāṁs titikṣasva bhārata

«¡¡Oh, hijo de Kuntī!, la aparición temporal del frío y del calor, de la felicidad y la aflicción, y su desaparición a su debido tiempo, son como la aparición y la desaparición de las estaciones del invierno y el verano. Éstas surgen de la percepción proveniente de los sentidos, y uno debe aprender a tolerarlas sin perturbarse, ¡oh, vástago de Bharata!»
Bhagavad-gītā 2.14

Puede que en el verano sintamos placer por el contacto con el agua, pero en el invierno evitamos esa misma agua porque está muy fría. En ambos casos el agua es la misma, pero la percibimos agradable o desagradable debido a su contacto con el cuerpo.

Todos los sentimientos de aflicción y de felicidad se deben al cuerpo. Bajo ciertas condiciones, el cuerpo y la mente sienten felicidad y aflicción. De hecho nosotros anhelamos la felicidad ya que la posición constitucional del alma es de felicidad. El alma es parte o porción del Ser Supremo, quien es sac-cid-ānanda-vigrahaḥ (Brahma Samhita 5.1): la personificación del conocimiento, la bienaventuranza y la eternidad. En realidad, el mismo nombre Kṛṣṇa, el cual no es sectario, significa “el placer más grande”. Kṛṣ significa “el más grande” y ṇa significa “placer”. Kṛṣṇa es el epítome del placer, ya que somos partes o porciones de Él, nosotros también anhelamos el placer. Una gota de agua del océano tiene todas las propiedades del océano mismo, y nosotros, aunque seamos partículas diminutas del Todo Supremo, tenemos las mismas propiedades energéticas del Supremo.

Aunque es tan pequeña, el alma atómica está moviendo al cuerpo entero para que actúe de muchísimas formas maravillosas. En el mundo vemos muchísimas ciudades, carreteras, puentes, grandes edificios, monumentos y grandes civilizaciones, pero, ¿quién ha hecho todo esto? Todo lo ha hecho la diminuta chispa espiritual que está dentro del cuerpo. Si la diminuta chispa espiritual puede realizar semejantes cosas tan maravillosas, difícilmente podemos imaginarnos lo que puede realizar el Espíritu Total Supremo. El anhelo natural de la diminuta chispa espiritual es alcanzar las cualidades del Todo —conocimiento, bienaventuranza y eternidad— pero este anhelo queda frustrado debido al cuerpo material. La información sobre cómo satisfacer el deseo del alma se encuentra en el Bhagavad-gītā.

Actualmente estamos tratando de alcanzar la eternidad, la bienaventuranza y el conocimiento por medio de un instrumento imperfecto. En realidad, el cuerpo material está obstruyendo nuestro progreso hacia estas metas; por lo tanto, tenemos que llegar a comprender que nuestra existencia está más allá del cuerpo. No es suficiente el conocimiento teórico de que no somos este cuerpo. Siempre debemos mantenernos separados como amos del cuerpo, no como los sirvientes. Si sabemos conducir bien un automóvil, éste nos prestará un buen servicio; pero si no sabemos, estaremos en peligro.

El cuerpo está compuesto de sentidos, y éstos siempre codician sus objetos. Los ojos ven a una persona hermosa y nos dicen: “¡Oh, ahí va una muchacha hermosa, un muchacho hermoso! ¡Vamos a ver!”. Los oídos nos dicen: “¡Oh, qué buena música! ¡Vamos a oírla!”. La lengua dice: “¡Oh, ahí hay un buen restaurante con platos sabrosos! ¡Vamos!”. De esta manera los sentidos nos arrastran de un lugar a otro, y a causa de esto estamos perplejos.

indriyāṇāṁ hi caratāṁ
yan mano ’nuvidhīyate
tad asya harati prajïāṁ
vāyur nāvam ivāmbhasi

«Así como un fuerte viento arrastra a un bote que está en el agua, similarmente tan sólo uno de los sentidos en que se concentre la mente, puede arrastrar la inteligencia del hombre».
Bhagavad-gītā 2.67

Es imperioso que aprendamos a controlar los sentidos. El nombre gosvāmī se le da a alguien que ha aprendido a ser amo de los sentidos. Go significa “los sentidos”, y svāmī significa “el controlador”, así que, aquel que puede controlar los sentidos ha de ser considerado un gosvāmī. Kṛṣṇa indica que aquel que se identifica con el cuerpo material ilusorio no puede establecerse en su verdadera identidad como alma espiritual. El placer corporal es fluctuante y no podemos disfrutarlo verdaderamente a causa de su naturaleza momentánea. El verdadero placer es del alma, no del cuerpo. Debemos amoldar nuestras vidas de tal manera que no seamos desviados por el placer corporal. Si de alguna manera nos desviamos, no podremos establecer nuestra conciencia en su verdadera identidad, más allá del cuerpo.

bhogaiśvarya-prasaktānāṁ
tayāpahṛta-cetasām
vyavasāyātmikā buddhiḥ
samādhau na vidhīyate
traiguṇya-viṣayā vedā
nistraiguṇyo bhavārjuna
nirdvandvo nitya-sattva-stho
niryoga-kṣema ātmavān

«La determinación resuelta del servicio devocional al Señor Supremo no se presenta en la mente de aquellos que tienen demasiado apego por el goce de los sentidos y por la opulencia material, y que están confusos por tales cosas. Los Vedas tratan principalmente el tema de las tres modalidades de la naturaleza material. Elévate sobre esas modalidades, ¡0h, Arjuna!, vuélvete trascendental a todas ellas. Libérate de todas las dualidades y de todas las ansiedades por la seguridad y la ganancia, y establécete en el Yo».
Bhagavad-gītā 2.67

La palabra veda significa “libro de conocimiento”. Hay muchos libros de conocimiento que varían de acuerdo con el país, la población, el ambiente, etc. En la India, los libros de conocimiento se llaman Vedas. En occidente se llaman Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Los mahometanos aceptan el Corán. ¿Cuál es la finalidad de todos estos libros de conocimiento? Es la de instruirnos para que entendamos nuestra posición como alma pura. La finalidad es restringir las actividades corporales mediante ciertas reglas y regulaciones llamadas códigos de moralidad. Por ejemplo, la Biblia tiene diez mandamientos destinados a regular nuestra vida. Debemos controlar el cuerpo para poder alcanzar la más alta perfección y, sin principios regulativos, no hay posibilidad de perfeccionar nuestra vida. Los principios regulativos pueden diferir de un país a otro o de una escritura a otra, pero eso no importa, ya que han sido hechos de acuerdo con el tiempo, las circunstancias y la mentalidad de la gente. Pero el principio de controlo regulado es el mismo. En forma similar, el gobierno establece ciertas regulaciones que han de ser obedecidas por los ciudadanos. No hay posibilidad de que el gobierno o la civilización avancen si no hay algunas regulaciones. En el verso anterior, Śrī Kṛṣṇa le dice a Arjuna que los principios regulativos de los Vedas tienen como finalidad controlar las tres modalidades de la naturaleza material: la bondad, la pasión y la ignorancia (traiguṇya-viṣayā-vedāḥ). Sin embargo, Kṛṣṇa le aconseja a Arjuna que se establezca en su posición constitucional pura, como el alma espiritual que está más allá de las dualidades de la naturaleza material.

Como ya lo hemos señalado, estas dualidades —tales como el frío y el calor, el placer y el dolor— surgen debido al contacto de los sentidos con sus objetos. En otras palabras, ellas nacen de la identificación con el cuerpo. Kṛṣṇa indica que aquellos que buscan el goce y el poder se dejan llevar por las palabras de los Vedas, las cuales prometen placer celestial según el sacrificio o las actividades reguladas que se ejecuten. El goce es nuestro derecho innato, ya que es la característica del alma espiritual, pero el alma espiritual trata de disfrutar materialmente, y éste es su error.

Todo el mundo se está dirigiendo ahora hacia los temas materiales para poder disfrutar, y está adquiriendo todo el conocimiento que sea posible. Algunos se están volviendo químicos, físicos, poetas o artistas, o lo que sea. Todos saben algo de todo y todo de algo, y a esto generalmente se le llama conocimiento. Pero tan pronto como abandonamos el cuerpo, todo ese conocimiento desaparece. Puede que en una vida anterior uno haya sido un gran hombre dotado con conocimiento, pero en esta vida tiene que empezar de nuevo, asistiendo a la escuela, y aprendiendo a leer y escribir desde el principio. Todo el conocimiento adquirido en la vida anterior se olvida. La situación es que estamos realmente buscando el conocimiento eterno, pero no podemos adquirirlo mediante el cuerpo material. Todos buscamos placer a través del cuerpo, pero el placer corporal no es nuestro verdadero placer, sino que es artificial. Tenemos que entender que si queremos continuar con este placer artificial, no podremos alcanzar nuestra posición de placer eterno.

El cuerpo debe considerarse como indicación de una condición enferma. Un hombre enfermo no puede disfrutar adecuadamente; por ejemplo, a un hombre con ictericia el azúcar cande le sabrá amargo, pero un hombre sano puede saborear su dulzura. En ambos casos el azúcar cande es el mismo, pero de acuerdo con nuestra condición tiene un sabor diferente. A menos que seamos curados de este concepto enfermizo de la vida corporal, no podremos probar la dulzura de la vida espiritual. En realidad, nos sabrá amarga. Al mismo tiempo, al aumentar nuestro goce de la vida material, estamos complicando aún más nuestra condición de enfermedad. Un paciente que padece de fiebre tifoidea no puede comer alimentos sólidos, y si alguien se los da para que los disfrute y él los come, estará complicando aún más su enfermedad, y pondrá su vida en peligro. Si realmente queremos librarnos de los sufrimientos de la existencia material, tenemos que minimizar nuestras exigencias y placeres corporales.

En realidad el goce material no es ningún goce. El verdadero goce no cesa. En el Mahābhārata hay un verso —ramante yogino ‘nante— que significa que los yogīs (yogino), aquellos que se esfuerzan por elevarse al plano espiritual, realmente disfrutan (ramante), pero su goce es anante, sin fin. Esto es porque su goce es en relación con el Disfrutador Supremo (Rāma), Śrī Kṛṣṇa. Bhagavān Śrī Kṛṣṇa es el verdadero disfrutador, y el Bhagavad-gītā (5.29) lo confirma:

bhoktāraṁ yajïa-tapasāṁ
sarva-loka-maheśvaram
suhṛdaṁ sarva-bhūtānāṁ
jïātvā māṁ śāntim ṛcchati

«Los sabios, conociéndome como el disfrutador último de todos los sacrificios y austeridades, como el Señor Supremo de todos los planetas y semidioses, y como el benefactor y bienqueriente de todas las entidades vivientes, se liberan de las angustias de los sufrimientos materiales».

Bhoga significa “goce”, y nuestro goce proviene de entender nuestra posición como los disfrutados. El verdadero disfrutador es el Señor Supremo, y nosotros somos disfrutados por Él. Un ejemplo de esta relación puede encontrarse en el mundo material entre el esposo y la esposa: el esposo es el disfrutador (puruṣa), y la esposa es la disfrutada (prakṛti). La palabra pri significa “mujer”. Puruṣa, el espíritu, es el sujeto, y prakṛti, la naturaleza, es el objeto. Sin embargo, tanto el esposo como la esposa participan del goce. Cuando hay verdadero goce, no se hace la diferencia de que el esposo está disfrutando más o que la esposa está disfrutando menos. Aunque el hombre (o macho) predomina, y la mujer (o hembra) es predominada, no hay diferencia cuando se trata de placer. En una escala más grande, ninguna entidad viviente es el disfrutador.

Dios se expandió en muchos, y nosotros constituimos esas expansiones. Dios es uno sin igual, pero Él quiso convertirse en muchos a fin de disfrutar. Nosotros tenemos experiencia de que hay poco o nada de placer al sentarnos solos en un cuarto, hablando con nosotros mismos. Sin embargo, si hay cinco personas presentes, nuestro placer se intensificará, y si podemos conversar sobre Kṛṣṇa ante muchísima gente, el placer será mucho más grande. El goce implica variedad. Dios se convirtió en muchos para Su goce, y así nuestra posición es la de ser disfrutados. Ésa es nuestra posición constitucional y el propósito de nuestra creación. Tanto el disfrutador como el disfrutado tienen conciencia, pero la conciencia del disfrutado está subordinada a la conciencia del disfrutador. Aunque Kṛṣṇa es el disfrutador y nosotros los disfrutados, todos podemos participar igualmente en el goce. Podemos perfeccionar nuestro goce cuando participemos en el goce de Kṛṣṇa. No hay posibilidad de que disfrutemos separadamente en el plano corporal. A lo largo del Bhagavad-gītā se desalienta el goce material que está en el burdo plano corporal:

mātrā-sparśās tu kaunteya
śītoṣṇa-sukha-duḥkha-dāḥ
āgamāpāyino ’nityās
tāṁs titikṣasva bhārata

«¡Oh, hijo de Kuntī!, la aparición temporal de la felicidad y la aflicción, y su desaparición a su debido tiempo, es como la aparición y desaparición de las estaciones del invierno y el verano. Todo ello tiene su origen en la percepción de los sentidos, ¡oh, vástago de Bharata!, y uno debe aprender a tolerarlo sin perturbarse».
Bhagavad-gītā 2.14

El cuerpo material es el resultado de la interacción de las modalidades de la naturaleza material, y está destinado a la destrucción.

antavanta ime dehā
nityasyoktāḥ śarīriṇaḥ
anāśino ’prameyasya
tasmād yudhyasva bhārata

«El cuerpo material de la entidad viviente eterna, indestructible e inconmensurable, tiene un final con toda certeza; por lo tanto, pelea, ¡oh descendiente de Bharata!»
Bhagavad-gītā 2.18

Śrī Kṛṣṇa por lo tanto nos alienta a trascender el concepto corporal de la existencia y a alcanzar nuestra verdadera vida espiritual.

guṇān etān atītya trīn
dehī deha-samudbhavān
janma-mṛtyu jarā-duḥkhair
vimukto ’mṛtam aśnute

«Cuando el ser encarnado es capaz de trascender estas tres modalidades asociadas con el cuerpo material, puede liberarse del nacimiento, la muerte, la vejez y sus aflicciones, y puede disfrutar de néctar incluso en esta vida».
Bhagavad-gītā 14.20

Para establecernos en el plano espiritual puro de brahma-bhūta, por encima de las tres modalidades, debemos adoptar el método de conciencia de Kṛṣṇa. El don de Caitanya Mahāprabhu, el canto de los nombres de Kṛṣṇa —Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/ Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare—, facilita este proceso. Este método se llama bhakti-yoga o mantra-yoga, y lo emplean los trascendentalistas más elevados. Cómo experimentan los trascendentalistas su identidad que está más allá del nacimiento y de la muerte, más allá del cuerpo material, y se trasladan del universo material a los universos espirituales, son los temas de los capítulos siguientes.

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